Cuando las películas votan




   Lo edita Los libros de la Catarata, que cuenta en su catálogo con más novedades bien seleccionadas, ensayos que ayudan a entender mejor nuestro mundo y a meditar con acierto acerca de cuestiones que a todos nos inquietan y nos interesan. Cuando las películas votan ve la luz con la firma de Pablo Iglesias Turrón en su portada, ya que es el compilador de 18 textos (autor, además, de dos de ellos) que, partiendo de series y películas muy conocidas -Espartaco, Lawrence de Arabia, American Beauty, Blade Runner-, nos acercan a temas como el liberalismo, los neocon, la violencia política, le democracia, la revolución con miradas agudas y abiertas al diálogo con el lector.  A mí me atrapó el dedicado al personaje de James Bond, que apareció extractado en un adelanto editorial en eldiario.es y me resultó atrevido, divertido y profundo a la vez que muy ameno, así que me imagino que el resto del libro será igual y por eso lo recomiendo aquí y ahora a todo aquel que no se conforme con lo que vierten los medios de comunicación como masa trillada y aún quiera ejercitar el poderoso músculo mental. 

Antonio Benítez Barrios en el CAF




La exposición de este fotógrafo algecireño, dedicada a Chernobyl, se inauguró ayer en el Centro Andaluz de la Fotografía y cuenta con 37 imágenes captadas con paciencia y mucha intuición certera que invitan a  recordar y a pensar.  Conocí a Antonio en Sevilla hace muchos años casualmente y en mi casa tengo una foto suya, dedicada, en un lugar principal. Cómo me alegra ver el buen fruto de su perseverancia y de su gran talento. 

Ross Macdonald: "La piscina de los ahogados" (2). Jóvenes prostitutas.

El caso se complica, como suele ocurrir cuando Archer aparece. La suegra de su clienta aparece muerta en la casa, ahogada en la piscina. A continuación, Archer oye discutir al matrimonio, ella dice que se va, él le pega, él le ruega que no se vaya y no lo deje solo y luego ella lo consuela. Por si se trata de un asesinato, Archer va tras Reavis, el chófer de la familia, al que ha conocido y que le ha abandonado en medio de una conversación en un bar en cuanto ha aparecido la policía. Habla con una de sus amigas, una muchacha que ejerce la prostitución, en la caravana en la que vive.

-En cierto modo me gusta usted, señor. ¿Habría algo que yo pudiera hacer?
Sus pechos se erguían como los cuernos de un dilema. Me apresuré a pasar junto a ella...
-¿Cuántos años tiene, Gretchen? - pregunté desde la puerta.
Ella no me siguió hasta la puerta.
-No es de su incumbencia. Unos cien, aproximadamente. Por el calendario, diecisiete.
Diecisiete. Un año o dos más que Cathy. Y tenían en común a Reavis.
-¿Por qué no vuelve con su madre?
Su risa resonó como papel desgarrado en una cámara con eco.
-¿Volver a a Hamtramck? Ella me abandonó en la Sociedad de Beneficiencia Stanislaus cuando obtuvo su primer divorcio. He vivido por mi cuenta desde 1946.
-¿Cómo se las arregla, Gretchen?
-Como usted decía, lo paso bien.
-¿Quiere que la lleve de vuelta al local de Helen?
-No. Gracias, señor. Tengo bastante dinero para vivir una semana. Ahora que sabe dónde vivo, venga a verme de vez en cuando.
Esas palabras despertaron un eco que duró cincuenta millas. La noche estaba llena de las voces de muchachas que dilapidaban su juventud y se despertaban aterrorizadas a las tres o las cuatro de la mañana.

Archer está de nuevo inmerso en un caso criminal que vuelve a ser también el escenario de una tragedia que supera ampliamente los -para otros- estrechos límites de la novela policial.