"Última noche en Granada" en el blog de Francisco Machuca


En el blog de Francisco Machuca, este texto sobre "Última noche en Granada":

"El relato policíaco no trata de asesinatos sino de restablecer el orden."
P.D. James

Todos los que conocemos a Francisco Ortiz, posiblemente uno de los mejores conocedores del género negro de este país, estábamos esperando una novela surgida de su pluma y la espera ha valido la pena.

Lo primero que encuentro en Última noche en Granada son unos principios básicos y determinantes: honestidad por parte del autor y rechazo a los arquetipos tan manidos que sustenta hoy la nueva narrativa de género. También he querido ver ciertas procedencias lejanas de lo mejor que ha dado el género. Desde Lawrence Block y las ocho millones de maneras que tiene el ser humano de morir a Geoffrey Homes de Eleven mi horca; ese retorno al pasado, ese pasado que retorna siempre para avisarnos en qué situación nos encontramos con nuestro presente.

La acción de la novela transcurre en la ciudad de Granada; una ciudad totalmente irreconocible para los turistas apresurados y también para la mayoría de los que viven en ella sumidos en su autocomplacencia. La ciudad que describe Francisco Ortiz no va más allá de unas cuantas calles, un par de bares comunes, el subterráneo de un parquin, urbanizaciones, autovías, pueblos de paso y conversaciones en el interior de un piso de dos habitaciones y la noche desnuda. No obstante, nuestro autor, universaliza la historia. Los contextos nacionales, regionales, no sirven para nada cuando se trata de alcanzar el sentido y el valor de una obra. "Pececitos humanos. Habitantes de Granada, una pequeña arruga en el gran cuerpo del universo...".

La historia está narrada en primera persona por Luis Castillo, un ex policía que trabaja de vigilante nocturno en el interior de una barraca de un extrarradio de edificios en construcción; todo un fracturado horizonte de la ciudad; encefalograma zigzagueante de una crisis mental irresuelta. Luis no vacila en propinarle una tremenda paliza a un vagabundo que pasa la noche a la falda de esos nichos modernos. Vive en un piso pagado con el dinero de su padre, ex guardia civil que hizo sus negocios gracias a los chanchullos de la dictadura. Toda herencia histórica y familiar vendrá a rendirle cuentas. Por una parte; el asesinato cometido cuando ejercía de policía, y, el hermano de la víctima que parece haber resucitado de la nada, como un fantasma, para vengarle. El asesinato, viene a decir el autor, en el mundo de la novela negra, son transgresiones en materia de modales más que de moral. Y, por otra parte, Beatriz, una mujer mal casada y amante de Luis, que le asevera duramente, en uno de los mejores capítulos de la novela, la pasividad de Luis respecto a su vida presente. Otra de las cualidades de Francisco Ortiz es el manejo habilísimo en los diálogos.

Los azares de la vida en su singularidad y variedad son irreductibles a normas y clasificaciones, aunque cada uno responda a su lógica, la explosión del papel que lo irracional desempeña en las decisiones, en la vida, está perfectamente retratado en este diálogo e intuimos que Luis no podrá jamás acceder a las cimas de la otra miseria que le propone de muy buen grado Beatriz.

¿Recuperará esa libertad que no soporta ya? ¿O discierne en todo ello la incertidumbre de su futuro? "¿Puede haber matado a un hombre y no saber por qué lo has hecho?", reza en la contraportada de la novela. Esta pregunta se puede aplicar a todas las demás acciones de la vida.

Última noche en Granada se me antoja un clásico de nuestro tiempo. Espero que reciba todos los elogios y la posición que merece.