Vázquez Montalbán

Hojeando ayer un libro de Vázquez Montalbán dedicado al fútbol tuve un estremecimiento: se decía a sí mismo este añorado escritor que un día no estaría y no sabría cómo acabaría la liga el Barça. Pero no quería ni pensarlo. Hoy ya no está con nosotros el creador de Carvalho y no sabe cómo acabará esta liga que debe de ganar nuestro Barça (comparto con VM esa pasión). También leyendo un relato publicado en un libro, Cuadernos del asfalto, con selección de Juan Madrid (editado por Grupo 16, qué otros tiempos, amigos), he sentido un estremecimiento, porque entrar en las historias de Carvalho es para mí como entrar en la casa paterna. En esta historia está el mejor Carvalho y está el Vázquez Montalbán que pronto empezaría a experimentar con la novela negra hasta llevarla a horizontes "subnormales" o surrealistas, como ocurre con las peripecias de Carvalho en Buenos Aires. El poder, amigos. Vertical, instalado sin contestación ni reparos, aceptado y seguido. De eso trata La historia no es como nos la merecíamos. El poder que ya sabe que los subpoderes político y económico no se pelean, van juntos de la mano, se acogen, se protegen y se cobijan, se ensalzan, se vitorean, se proclaman. Un detective privado ¿que puede hacer ante el verdadero poder? Ver, oír, saber y callar, esperar que no le maten por meter la nariz donde no debe. A Carvalho le perdonan algunas veces la vida porque el poder sabe que no se puede exterminar toda resistencia, toda disidencia: esos pequeños seres que protestan son los que les dan vigencia, los que los hacen parecer más grandes, inamovibles. Son las excepciones que los confirman. Pero yo, como Carvalho, pienso que hay que saber y hay que arriesgarse y no conformarse y no aceptar sin más. Aunque saber sólo sirva para saber. La novela realista, la novela crónica, la novela crítica estaba siempre junto a la pluma de Vázquez Montalbán. Cuánto te echamos de menos, cuánto. Mañana cantaremos algún gol y si brindamos te sentiremos aquí.


Foto: EPA