No es un autor indiscutido -no los hay, seguramente-, no tiene ninguna novela que destaque en su producción, o sea, ninguna obra maestra o de referencia, y sin embargo pertenece a esa estirpe de escritores absolutamente necesarios que han acertado en sus libros a hablar de la realidad, lo que acaso le haga ganarse un puesto en la disputada carrera hacia la eternidad literaria. Ganó un premio muy importante hace dos años, pero su fama y su valoración no han aumentado demasiado. He leído varios libros de Guerra Garrido, he disfrutado con ellos, y valoro altamente su capacidad para contar una historia y crear una estructura, un andamiaje con el que sostener su gran inventiva, su destacadísimo oído para lo coloquial.
"Lectura insólita de ´El Capital´" ganó el premio Nadal en 1976. El ejemplar que conservo me lo regaló un amigo almeriense y socialista, director hoy de una revista de interés general, en el verano de 1987, conocedor de mi afición a la novela política y social. Me dijo que lo leyese "Ya". He tardado muchos años en hacerle caso. Pero sin duda ha merecido la pena. En una época en que la ficción domina nuestras vidas y las apelmaza, entrar en este libro supone recibir un soplo de aire fresco. La historia nos es servida con profusión de voces, con una escritura libre y que cree en el uso de la coma para señalar las pausas (no es ninguna tontería esto que señalo: hay muchos equivocados cultivadores del gran estilo que sólo ahogan al lector con largos párrafos). Por un lado, tenemos la narración clásica, en tercera persona -muy hábilmente surtida de monólogos interiores-, y por otro las voces recogidas por un agente anónimo que usa un magnetófono que fielmente registra cuanto se dice: qué bien expresadas están las inquietudes del enlace sindical, del alcalde, del amigo y del enemigo. Todo gira alrededor del secuestro de un industrial vasco -entonces no eran empresarios- que en cautividad va a leer "El capital". Guerra Garrido utiliza la novela para aportar pluralidad -qué bien les vendría a tantos medios escritos, a tantas emisoras de radio y cadenas de televisión, que sólo obedecen a la voz de su amo, aprender de esta lección-, para sondear en el pasado, para contarnos mucho y bien de los conflictos vascos. Y a la ficción le añade realismo, y con la ficción crea realismo, y dignifica la novela y la realidad y sigue vigente en este 2008 en que hay que apostar por recuperaciones como ésta, ejemplos que permiten creer en la fuerza y la sinceridad imbatidas de la novela, de la mejor ficción.
Texto recomendado: "Rifirrafes en la provincia del presente", de Ricardo Vigueras (El Profesor Gafapasta)
Texto recomendado: "Rifirrafes en la provincia del presente", de Ricardo Vigueras (El Profesor Gafapasta)