Después de Última noche en Granada, Francisco Ortiz opta en este libro por la distancia corta y nos entrega un ramillete de relatos que abordan una sola temática: la violencia. La que se ejerce en la vida cotidiana, entre las personas más sencillas, en los barrios y en los salones de los pisos, junto a una ventana o entre amigos. Cada relato de este libro es una historia breve que podría dar lugar a una novela, porque el autor huye de la anécdota y del hallazgo superficial para centrarse en los personajes y en los que les ocurre con la misma pasión y profundidad con que se plantea las narraciones de largo aliento. Son historias de pocas páginas y de gran intensidad que se resuelven sin escamotearles sinceridad ni hondura. En ellas encontrará el lector miradas duras, miradas frías, actos crueles, actos vengativos de seres que son como ángeles en una tierra extraña, a la que no se acostumbran, en la que no han aprendido a desenvolverse libremente, en la que sufren, matan, aman, piden perdón esperando ser escuchados.