He aquí una pequeña obra maestra, quizá la mejor novela de Vázquez Montalbán, lúcida, valiente, madura, poderosa y cargada de ideas bien resueltas, de creatividad dialogante, de cultura en la mejor acepción de la palabra. Es una obra pequeña, aunque nada más que en páginas, a la que me resisto a considerar corta : encierra tantos hallazgos y tanta sabiduría en sus páginas que resulta un ejemplo para muchas otras que ya querrían decir la mitad utilizando el doble y hasta el cuádruple de espacio. El mayor logro es el narrador, pegado a un cuarteto compuesto por dos parejas a las que se acerca por la afinidad cultural y por los deseos secretos de amar a uno o quizá a dos de sus integrantes. Este narrador bisexual, culto, irónico, distanciado y distanciador, es el mejor de toda la obra de Vázquez Montalbán por creíble y por bien trazado. Él despacha la historia a su manera, nos habla del cuarteto y de la investigación llevada a cabo por un inspector que cumple a rajatabla con su papel de funcionario previsible y apresurado en dar carpetazo rápido a los problemas con soluciones factibles. A través de los ojos de este narrador conocemos a Carlota, a Pepa, a Esteban Modolell y a Luis. Y también lo conocemos a él, que cuenta sentado ante un espejo, enfrentado a sí mismo, con voz en la que se destila pesar y culpa a partes iguales: el pesar de no ser y la culpa de no llegar a ser ya nunca el que se quiso ser. Comoquiera que estamos ante una novela con un crimen y una investigación de fondo, bien podemos decir que "Cuarteto" es una novela con tintes negros -nada extraño en quien creó al detective Carvalho-, y también una obra imprescindible de un gran autor, de un autor inolvidable al que añoramos.