Rafael Conte


Inevitablemente, se va una época. Y con ella algunos escritores, algunos creadores, algún crítico que ya no estará mañana y sin el que nos quedamos huérfanos, faltos de su voz que nos guiaba certeramente, con enorme oficio pero también con enorme pasión. Rafael Conte era el crítico de literatura al que siempre preferí, del que más he aprendido, al que más le debo. Y le debo como escribidor de comentarios en este blog y como escribidor de relatos, de novelas, porque con Conte aprendí parte de lo que mejor sé, de lo poco que sé sobre la novela. Aprendí con él a hablar con entusiasmo de los buenos ratos al lado de una ventana y con buena luz, el volumen entre las manos con devoción en algunos casos, con alegría siempre. Aprendí a acercarme a la novela teniendo en cuenta una estructura, una manera de mirar el mundo, de plasmar lo pensado, lo organizado mentalmente. Me gustaba su estilo enjundioso, admiraba la maestría para el colofón final de sus críticas, me asombraba siempre con su capacidad para ver en conjunto la obra de un autor y situar su última creación en el lugar exacto. Nunca era cruel, nunca buscaba enemigos ni se crecía señalando lo peor de un libro. Amaba la literatura e invitaba a amarla con sus textos. Por eso lo considero uno de mis maestros.


Foto de Rafael Conte: Pedro Carrero