Clásica novela que tiene un planteamiento muy interesante y que decae conforme avanza la historia, "La luna de Clea" posee algunas virtudes destacables: la creación de un personaje muy bien perfilado y una ambientación muy cuidada y lograda. El ex actor John Ray Horn ha visto cómo su carrera se iba al garete después de golpear al hijo del dueño de unos estudios de cine, lo que le ha llevado a la cárcel y al ostracismo dentro de la profesión. Se gana la vida cobrando deudas de juego para un indio que era su compañero en las películas del Oeste con las que antes fue conocido, aunque nunca considerado un buen intérprete. Envuelto en una trama de violencia y de niñas que han sido víctimas de abusos, Horn se da cuenta de que una cosa es el cine y ser un cowboy en la gran pantalla y otra la pura y dura realidad. Wright consigue hacer creíble a su personaje, pero no logra que nos resulte simpático, quizá porque hay frialdad en la narración y, a medida que se suceden las escenas, se presentan giros hacia lo más conocido del género -disparos en la oscuridad, peleas y palizas, ricos y mafiosos vistos sólo desde fuera -, que le restan valor a la novela y casi anulan el valor del arranque, en el que no hay tipismo ni sensación de ya visto y ya leído con anterioridad. "La luna de Clea" es una novela con grandes posibilidades que muestra a la perfección a qué problemas se enfrentan los actuales autores de novela negra, qué difícil es decir nada nuevo dentro del género y, aun así, que por fortuna queda mucho y bueno por contar.