Esta escritora milita en el bando de los conservadores ingleses. Es algo que, a priori, la descalifica de alguna manera y obliga a mirar sus novelas negras de reojo. No podemos esperar de ella la crítica incisiva, la denuncia, la confrontación de ideas importantes. Pero nuestra autora, como Balzac, parece ser una cosa en su vida pública y otra muy diferente en su vida dedicada a la escritura, afortunadamente. Así, en una nota previa, presenta de esta manera su novela: "Un autor de novelas policíacas, en virtud de este arte tan poco agradable, tiene la obligación de crear por lo menos un personaje de características censurables en cada uno de sus libros y tal vez sea inevitable que de vez en cuando sus malas acciones sanguinarias salpiquen las moradas de los justos." Así pues, no habrá un ataque contra el todo, pero sí algunos escorzos dignos de ser tenidos en cuenta.