Que la novela más mencionada en el género negro por los lectores de este blog haya sido "El sueño eterno" dice mucho, a mi parecer, del modo en que entendemos un estilo literario que no acaba de desprenderse, ¡a estas alturas de la novela, cuando el asesino está a punto ya de ser descubierto!, de las desdeñosas acusaciones de género literariamente menor -es decir, destinado a una mayoría- que, si por un lado están afortunadamente superadas, por otro parece que revolotean en el lado escondido de la conciencia de sus muchos defensores. Este blog es una demostración apasionada de que la novela negra es rica y plural y que admite muchas miradas distintas y casi contrapuestas.
Aún así, sigo pensando que se elige "El sueño eterno" de Chandler, en detrimento de sus novelas más literarias, "Adiós, muñeca", "La dama del lago" y, por encima de ellas, "El largo adiós", porque, reconozcámoslo, el modo en que leemos la novela negra está influido por el modo en que hemos visto el cine negro. Preferimos en muchos casos "El sueño eterno" porque vemos tras ella a Bogart o Hawks, un modo de destilar cinismo, una precisa técnica con la que el detective martillea sobre los sospechosos hasta hacerlos caer, unos diálogos perfectos, pero también perfectamente imposibles e inverosímiles, una estructura tan confusa y enrevesada que ya es lugar común que en la película haya un muerto, creo que un chófer, al que todavía no se le ha encontrado mano ejecutora -a pesar de que Faulkner intervino en el guión, aunque quizás no estaba claro porque Faulkner intervino en el guión-. Pero más allá de todo ello flota la potencia del mito, el peso indeleble de la fascinación por las mujeres fatales y los odios escondidos y letales. Durante mucho tiempo hemos leído novela negra viendo en ella cine negro. Chandler, a ese respecto, creó nuestra visión actual, romántica y literaria, del detective, y escribió, en cierto modo, el manual de qué debe incluir una buena novela negra. Ejemplo de esta fusión indeleble entre el recuerdo de las películas negras y su plasmación literaria es este blog, que se dedica con rigor literario a la novela negra, pero que no pudo evitar titularse novela negra y cine negro, aunque se ocupe poco de la vertiente cinematográfica.
La novela negra todavía debe desprenderse, para sus lectores, del aura mitómana con la que el cine la impregnó y crear artefactos exclusivamente literarios. Así, sorprende que autores puramente negros pero que no casan tan directamente con ese planteamiento cinematográfico -Sciascia (sí muy adaptado al cine en Italia), Dürrenmatt, o incluso Ross Macdonald, uno de los autores, tanto dentro como fuera del género, a los que más aprecia Francisco Ortiz- apenas sean tenidos en cuenta por los votantes. Novelistas más políticos, si se quiere, o sociales, pero no tan fascinantes ni con la presencia, en el caso de los primeros, en sus novelas de bellas mujeres fatales. Y por eso es una alegría que "2666", de Bolaño, haya recibido tantos votos. De alguna manera este hecho reconoce al fin que la novela negra quiere adentrarse en el espíritu de la novela contemporánea, sin complejos ni etiquetas. Porque "2666" es una perfecta crónica del mal contemporáneo, y utiliza para describirlo muchos de los códigos de la novela negra, pero no todos, y no tiene por qué hacerlo, del mismo modo que un buen cocinero no tiene que utilizar todos los utensilios de cocina que están a su alcance para preparar una exquisitez deliciosa. Ese es el camino que la novela negra debería transitar, y que de hecho el cine negro ya ha recorrido. Durante mucho tiempo se dijo que el cine negro acababa formalmente en el año 60 con la película "Código del hampa", de Don Siegel. Radicalismos críticos que siempre se vienen abajo. Los mismos que negaron la supervivencia del cine negro ahora hablan del neonoir y demás zarandajas. El cine negro adaptó sus claves a una mirada contemporánea. Una película como "Memento" es posmoderna, quizás, pero negra, muy negra, con total seguridad. La novela está empezando a recorrer ese camino, y cuando lo haga se ganará a muchos lectores que detestan las etiquetas formales.
Por último, felicito a mi amigo Paco por su blog, que nos enseña a mirar la literatura negra -la literatura en general, quise decir- con otros ojos. Su propia mirada pausada y detallista sobre las novelas que comenta es un regalo que aceptamos con alborozo. Felicidades por este primer año cumplido, y felicidades por los que vendrán.
Aún así, sigo pensando que se elige "El sueño eterno" de Chandler, en detrimento de sus novelas más literarias, "Adiós, muñeca", "La dama del lago" y, por encima de ellas, "El largo adiós", porque, reconozcámoslo, el modo en que leemos la novela negra está influido por el modo en que hemos visto el cine negro. Preferimos en muchos casos "El sueño eterno" porque vemos tras ella a Bogart o Hawks, un modo de destilar cinismo, una precisa técnica con la que el detective martillea sobre los sospechosos hasta hacerlos caer, unos diálogos perfectos, pero también perfectamente imposibles e inverosímiles, una estructura tan confusa y enrevesada que ya es lugar común que en la película haya un muerto, creo que un chófer, al que todavía no se le ha encontrado mano ejecutora -a pesar de que Faulkner intervino en el guión, aunque quizás no estaba claro porque Faulkner intervino en el guión-. Pero más allá de todo ello flota la potencia del mito, el peso indeleble de la fascinación por las mujeres fatales y los odios escondidos y letales. Durante mucho tiempo hemos leído novela negra viendo en ella cine negro. Chandler, a ese respecto, creó nuestra visión actual, romántica y literaria, del detective, y escribió, en cierto modo, el manual de qué debe incluir una buena novela negra. Ejemplo de esta fusión indeleble entre el recuerdo de las películas negras y su plasmación literaria es este blog, que se dedica con rigor literario a la novela negra, pero que no pudo evitar titularse novela negra y cine negro, aunque se ocupe poco de la vertiente cinematográfica.
La novela negra todavía debe desprenderse, para sus lectores, del aura mitómana con la que el cine la impregnó y crear artefactos exclusivamente literarios. Así, sorprende que autores puramente negros pero que no casan tan directamente con ese planteamiento cinematográfico -Sciascia (sí muy adaptado al cine en Italia), Dürrenmatt, o incluso Ross Macdonald, uno de los autores, tanto dentro como fuera del género, a los que más aprecia Francisco Ortiz- apenas sean tenidos en cuenta por los votantes. Novelistas más políticos, si se quiere, o sociales, pero no tan fascinantes ni con la presencia, en el caso de los primeros, en sus novelas de bellas mujeres fatales. Y por eso es una alegría que "2666", de Bolaño, haya recibido tantos votos. De alguna manera este hecho reconoce al fin que la novela negra quiere adentrarse en el espíritu de la novela contemporánea, sin complejos ni etiquetas. Porque "2666" es una perfecta crónica del mal contemporáneo, y utiliza para describirlo muchos de los códigos de la novela negra, pero no todos, y no tiene por qué hacerlo, del mismo modo que un buen cocinero no tiene que utilizar todos los utensilios de cocina que están a su alcance para preparar una exquisitez deliciosa. Ese es el camino que la novela negra debería transitar, y que de hecho el cine negro ya ha recorrido. Durante mucho tiempo se dijo que el cine negro acababa formalmente en el año 60 con la película "Código del hampa", de Don Siegel. Radicalismos críticos que siempre se vienen abajo. Los mismos que negaron la supervivencia del cine negro ahora hablan del neonoir y demás zarandajas. El cine negro adaptó sus claves a una mirada contemporánea. Una película como "Memento" es posmoderna, quizás, pero negra, muy negra, con total seguridad. La novela está empezando a recorrer ese camino, y cuando lo haga se ganará a muchos lectores que detestan las etiquetas formales.
Por último, felicito a mi amigo Paco por su blog, que nos enseña a mirar la literatura negra -la literatura en general, quise decir- con otros ojos. Su propia mirada pausada y detallista sobre las novelas que comenta es un regalo que aceptamos con alborozo. Felicidades por este primer año cumplido, y felicidades por los que vendrán.
(Texto solicitado a Miguel Ángel Muñoz como comentario a la reciente encuesta realizada en este blog y para celebrar el primer año de publicación de textos)