Margaret Millar: Semejante a un ángel (4). Esperando en la cárcel

Margaret Millar observa y describe, con rápidos y certeros brochazos, los detalles más importantes de una escena, lo característico, lo decisivo. Me gusta su estilo austero, que siempre funciona siguiendo a la trama, que nunca la lastra ni la enlentece vanamente. Como muestra de esta concepción de la literatura en la que prima ante todo el ritmo, detengámonos a ver cómo describe a los visitantes de una cárcel, a los que aguardan para entrevistarse con los presos:

Había otras personas esperando: una pareja mayor que estaba de pie, junta, al lado del pasillo, intercambiando susurros inquietos; una mujer joven cuya identidad se ocultaba o se perdía bajo las capas de maquillaje; un hombre de la edad de Quinn, de ojos apagados y ropa llamativa; tres mujeres con uniforme azul con la artificialidad y la vigorosa alegría de grupo de las asistentas sociales voluntarias; un hombre y su hijo adolescente, que parecían haber tenido una pelea, ni la primera ni la última, sobre si venir o no; una mujer de pelo cano que llevaba una bolsa de papel rota. Por la desgarradura Quinn veía el brillo rojizo de una manzana.

Con un par de adjetivos, con una imagen, con un contraste, pone ante nuestros ojos a cada personaje y lo caracteriza, lo levanta en la ficción para que nos parezca vivo en la realidad con una sencillez y una sobriedad que despiertan toda mi admiración.


Texto recomendado: Mi nombre es Sheb Wooley, en el blog de Alma