Caso abierto (Cold case)


Por supuesto, cualquier serie ideada para televisión busca tener un público mayoritario y éxito. Pero no todas recurren a lo que está esperando el público más juvenil, el que busca el entretenimiento y ha crecido viendo anuncios de televisión, que discurren rápidos, cegadores y generando muchísimas emociones visuales y poco profundas, poco trascendentes. "Caso abierto" es hija de su tiempo, así que la estética es importantísima pero no resulta cegadora, no elimina el mensaje. Se trata de una serie en la que se abren de nuevo casos del pasado -cómo le habría gustado a mi admiradísimo Ross Macdonald- y se llega al fondo de los hechos hasta dar con el asesino -algo inevitable y que obedece a la lógica agathachristense, pero que se utiliza también para llevarnos ante la cara de la verdad- y desenmascarar todo lo que el tiempo dejó oculto: ya sabemos que el tiempo puede ser un aliado o un enemigo, y en "Caso abierto" es las dos cosas a la vez. Nos emocionan de buena ley y nos cuentan historias bien urdidas, magníficamente mostradas -el primer caso es una novela negra de la mejor calidad- y bien resueltas que invitan a ver de nuevo el episodio y a relacionar mejor todos los elementos que lo integran. Es la serie que prefiero de entre todas las policiales que ahora hay en televisión. Y a ello contribuye sin duda la presencia de Kathryn Morris, rubia de pelo teñido con una mirada profunda, humana, capaz de transmitir como pocas.