Michael Collins: Castrato (4). Amor, lujuria, placer


Después de haber leído un capítulo enteramente dedicado a la conversación entre Fortune y el hermano de Billy, Frank, que me parece de lo mejor que he leído últimamente y sobre el que no me extiendo porque desvelaría detalles muy importantes, fundamentales de la trama, leo unos fragmentos que me gustan mucho, sobre todo uno en que Fortune habla del amor recordando una vez que lo hizo con su compañera, al regreso de un viaje a Nueva York. Nuestro querido detective manco lo narra así: "Siempre me besa en el brazo que me falta. La comprensión, la aceptación. Le toco las largas piernas, su firme delgadez, todo lo que la hacía sentir poco femenina cuando era pequeña. Después los cuerpos se acoplan y ya no hay que preocuparse de nada... Amor y lujuria, necesidad y placer por todas partes, a la luz de una cálida tarde que entra por las ventanas que dan a las montañas. Amor es lo que se siente en torno a la lujuria, la necesidad y el placer, cercano e íntimo como un largo camino. Lujuria y necesidad es el ímpetu en la espalda, en el estómago, en los muslos apretados, en el empujón hacia dentro y arriba y abajo. El contacto de sus labios sobre tu pecho, en tu barriga, en el rígido latido que entra dentro de ella, y tus labios en su pezones, sus labios y otros labios, pies y tobillos, cuello y barriga y oscura humedad. Placer es lo que hay detrás y observa, lo que está cerca y siente, lo que se mueve dentro de ti y no quiere que acabe nunca. Amor es lo que se siente antes y después y durante y lo que hace que no desees nada más." Es una novela negra, amigos, pero por un momento me ha parecido que estaba leyendo unas líneas de "Rayuela", de Julio Cortázar, lo que creo que no es decir poco precisamente. Y es que Collins no me parece un autor más, sino un escritor importante, esencial, uno de los que verdaderamente hacen más grande el género.

(Foto: Robert Frank)