Raymond Chandler: El largo adiós (3). Charlando con un multimillonario


Releer a Raymond Chandler es recordar la enorme influencia que su literatura ha tenido y tiene en la obra de otros muchos escritores, de muchísimos guionistas de cine y televisión, en autores de cómics. "El largo adiós" es la mejor novela de Chandler y una de las más importantes del siglo pasado -dentro y fuera del género negro - porque cada detalle está cuidado, porque en ella hay un análisis de la sociedad capitalista que sigue siendo absolutamente útil, porque los personajes nos parecen reales y míticos a la vez (¿de cuántas narraciones podemos decir lo mismo?), porque la sencillez en la escritura y la exactitud de la prosa, que puede parecer al principio escueta y algo cortante, reflejan a la perfección el alma y el pensamiento del hombre que narra, ese detective privado llamado Marlowe que sabe contenerse, que dice pero calla mucho, que mira y actúa con precisión y se esfuerza por no ser demasiado sentimental en un mundo en el que la sentimentalidad se valora como debilidad y flaqueza. Cuando Marlowe charla con un multimillonario que le está leyendo la cartilla, que le amonesta sin alzar la voz y le advierte con exquisito cuidado de no proferir una sola frase amenazadora, vemos que la influencia en las poses, en el discurso, en la disposición de los antagonistas es un modelo que han seguido muchísimos imitadores y alumnos del gran maestro estadounidense después hasta llegar a este momento, año 2007, en el que hay muy pocos narradores puros, innovadores en la narrativa negra, que optan por copiar o por añadir humor y se quedan en el plano sustrato del homenaje evocador pero baldío. Chandler es, aunque suene exagerado, toda una fuente, una corriente él solo, un camino increíblemente ancho y frondoso del que aún no han parado de beber y alimentarse tantos, tantos escritores...