Raymond Chandler: El largo adiós ( y 5). Crítica


Esta novela es una lección inolvidable sobre cómo se maneja el tempo narrativo. La da un autor de novela negra, pero creo que eso es lo de menos. Tenemos crímenes, asesinatos, investigaciones, presuntos culpables, revólveres, navajas, un detective privado, policías. Tenemos una historia que te agarra un pellizco en el estómago más de una vez durante la lectura. Pero ante todo hay en esta obra maestra de la novela negra, y de la Literatura con todas las mayúsculas que querías poner, una sabiduría que sólo poseen los más grandes narradores, dueños de un talento y una economía de medios que se ganan toda nuestra admiración y siembran a su paso el lugar de seguidores y devotos. Cómo Chandler deja que pase el tiempo, que lo ocurrido en la escena anterior se asiente en la memoria del que está leyendo, cómo consigue que los hechos más relevantes se alcen con fuerza, adquieran la categoría de hitos en el camino, me parece sencillamente magistral. Porque en esta novela no hay escenas de acción continuadas, desvelamientos a cada paso, sino personajes que hablan y se muestran, que dicen y callan, que evolucionan ante nuestros ojos maravillosamente.
Chandler critica al dinero, critica a una sociedad enferma que no ve o no quiere ver sus lacras, las llagas y el dolor que precisan de muchas capas de maquillaje para disimularlas. Los policías, soporte del sistema, reciben sus andanadas continuamente, aunque no todos: también hay uno, al menos, al que puede tildarse de rojo, descreído y crítico. Con una capacidad de síntesis prodigiosa, el autor estadounidense nos cuenta cómo es la ciudad de Los Ángeles, nos habla de las divisiones sociales, de las diferencias insalvables a causa del poder, tan mal repartido, tan cruelmente retenido por unos pocos.
Philip Marlowe es un ojo que ve, un ojo que sigue pistas, un ojo que mira porque necesita mirar y explicarse lo que está viendo. Nosotros le seguimos, le leemos y nos acercamos al lugar de los hechos, somos espectadores, sentimos las sacudidas del alma de Marlowe, la frialdad del que oculta el crimen, la desconfianza de los que no creen más que en sí mismos. Porque intuimos que en una sociedad como la que se nos muestra no puede existir la verdadera amistad, tampoco la sinceridad, nunca la lealtad. Y el romántico, sentimental detective privado Philip Marlowe anota cómo se queda solo, cómo ha de actuar solo, cómo estamos todos solos hagamos lo que hagamos y estemos con quienes estemos. Su humor alivia, ayuda a cicatrizar repentinas heridas pequeñas, ocasionadas en el devenir cotidiano, pero la amargura de fondo, la sensación insalvable de que nada puede ya cambiar nos pone un nudo en la garganta: hemos perdido tanto tiempo, hemos dado tantos pasos equivocados que cuesta mucho que pensar en volver atrás, desandar los malos pasos, volver a ese punto en que se podía ser romántico y sentimental y no parecer idiota, no ser objeto de la burla, el desprecio, el ninguneo. Philip Marlowe, detective, conecta con tantos lectores porque es un tipo como tú y como yo, sólo que vive en Los Ángeles y desempeña un oficio algo arriesgado y oscuro para sobrevivir.
También se habla del amor en la novela, no puedo pasarlo por alto. De amor equivocado, de amor huido, de amor soñado y volatilizado, de amor sin consecuencias, de amor demasiado punzante. En un mundo en el que no se cree en el de al lado, Chandler acierta al contarnos una historia de amor, porque el amor nos parece la única salida, la única manera de comunión con el otro, la única justificación para no ahorcarnos o vagar sin destino por las calles. El amor mantiene la coherencia de muchas mentes. Y también puede alterarla, destruirla. Nos atraen las historias llenas de pasión porque necesitamos algo desenfrenado, algo total. Chandler, profundo analista, nos obsequia con una historia de amor perfectamente contextualizada, transparente y oscura a la vez, obsesiva y final.
Y se habla, por supuesto, de la amistad. Sobre todo se habla de la amistad entre dos hombres, en un período difícil, pocos años después de la segunda guerra mundial, y de cómo la amistad ha de incluir algo más que la brevedad, el compañerismo, la amabilidad, el trato agradable. Se habla de que la amistad verdadera incluye unas normas y unos comportamientos que no han de ser únicamente personales, egoístas, que sólo sirvan para darse según es uno y nada más. Se habla de la amistad como de un lazo que no escapa a la influencia social, que puede capear las dudas y que es fruto de algo generoso, empecinado y abrupto en ocasiones y que nos hace salir de nosotros, superar nuestras fronteras y ser uno mismo y ser otro algo mejor de lo que somos cuando sólo somos nosotros mismos.
"El largo adiós" es la más extensa de las novelas de Raymond Chandler, la cima de su carrera y una de las mejores que se escribieron en el siglo pasado, una obra que perdurará. Una novela absolutamente mayor.