Hay un diálogo en la novela que no me resisto a traer aquí. Habla Marlowe con su amigo Bernie Ohls, veterano polícía.
- No hay ninguna manera transparente de ganar cien millones de dólares -dijo Ohls-. Quizá la persona que manda cree que tiene las manos limpias, pero en algún sitio de tejas abajo hay gente a la que se pone contra la pared, hay pequeños negocios que funcionan bien pero les cortan la hierba bajo los pies y tienen que dejarlo y vender por cuatro perras, hay personas decentes que se quedan sin empleo, hay valores en la bolsa que se amañan, hay apoderados que se compran como si fueran un gramo de oro viejo, y hay personas más influyentes y grandes bufetes de abogados que cobran honorarios de cien mil dólares por conseguir que se rechace una ley que quería el ciudadano medio pero no los ricos, en razón de que reduciría sus ingresos. El gran capital es el gran poder y el gran poder acaba usándose mal. Es el sistema. Tal vez sea el mejor que podemos tener, pero de todos modos sigue sin ser mi sueño dorado.
- Hablas como un rojo- dije, sólo para pincharle.- No sabría qué decir -dijo con desdén-. No me han investigado todavía.
Ésta es la esencia de la novela negra, amigos. Ojos abiertos, denunciar lo que funciona mal, atreverse -la novela se publicó en 1953 -, analizar, ir al meollo de los asuntos.
Nota: Es la segunda vez que leo la novela. La traducción de José Luis López Muñoz es muy destacable, un gran trabajo, digno de su gran nombre y mejor hacer.