Atendiendo a los patrones clásicos, Mosley nos lleva por una trama que se complica y deja, como hitos en el camino, varios cadáveres. Easy Rawlins teme que le maten y no se va de Los Ángeles porque quiere mantener su casita. No se arredra y, atando cabos, se decide y va a ver al principal personaje de la función, el dueño de una empresa de inversiones que es quien ha dado la orden de encontrar a la chica con acento francés. Le recibe y Easy se sorprende al encontrar a un hombre pequeño, como un bebé grande, que le habla de la chica como un enamorado tonto. "Hablar con el señor Todd Carter fue una experiencia extraña. Es decir, ahí estaba yo, un negro, en la oficina de un blanco rico, conversando como si fuéramos los mejores amigos, o incluso más íntimos. Me di cuenta de que él no sentía el temor ni el desprecio que mostraban la mayoría de los blancos cuando me trataban... Fue una extraña experiencia pero ya la había vivido antes. El señor Todd Carter era tan rico que ni siquiera me consideraba en términos humanos... Yo podría haber sido un preciado perro ante el que se arrodillaba y al que abrazaba cuando se sentía abatido... Era la peor clase de racismo. El hecho de que ni siquiera reconociera nuestra diferencia mostraba que yo le importaba un bledo. " Así que toma una decisión: cobrarle también a él por encontrar a su amada. "En algún lugar del camino me acometió la sensación de que no iba a sobrevivir a aquella aventura. No había más salida que correr, y yo no podía correr, así que decidí exprimir a todos aquellos blancos y sacarles todo el dinero que soltaran... El dinero lo compraba todo. El dinero pagaba el alquiler y alimentaba al gatito. El dinero era la razón de que Coretta estuviera muerta y DeWitt quisiera matarme. De algún modo se me ocurrió que si conseguía bastante dinero a lo mejor podía recuperar mi vida."