Ruth Rendell: Basta ya de muertes


Se descategoriza a la novela negra porque pertenece a un género, porque abundan los escritores que nada aportan a lo anteriormente hecho. Y es verdad. Pero son los mismos argumentos que valdrían para descategorizar a la novela en general. Y no seré yo quien lo haga. Autores como Ruth Rendell, acusada de irregular y prolífica -lo mismo que se ha dicho siempre de Simenon-, ofrecen en algunas de sus obras literatura alta, gran literatura, que nada tiene que envidiar a los creadores de la novela o Novela.
"Basta ya de muertes", que narra la desaparición de un niño de cinco años y la búsqueda que hace la policía, pronto nos pone ante los ojos elementos que superan la rigidez y la planeidad de muchos otros escritores que no se toman la novela negra sino como un espacio para el divertimento menor. El inspector encargado del caso se ha quedado viudo no hace demasiado tiempo. La madre del chico desaparecido es una divorciada que no encaja a primera vista en las costumbres del lugar, un condado inglés. Y sin cansarnos con detalles farragosos de la investigación, sin meter demasiadas "entrevistas" con los personajes implicados, Rendell nos lleva pronto al terreno de los sentimientos, de la soledad del viudo que no ha conocido más mujer que a su esposa fallecida, de la madre que está sola y se siente sola y aislada cuando pierde a su único bien: su hijo. Rendell nos adentra en los sentimientos del inspector Burden, nos muestra su rechazo apenas ve a la madre divorciada y nos cuenta que después, en la segunda visita a su casa, empieza a mirarla con mayor detenimiento y se da cuenta de que es hermosa, sensual. Y nos revela que el mayor pesar de Burden tras la muerte de su esposa es la presión que le supone no hacer el amor no con una mujer cualquiera que alivie su ardor sino con alguien a quien quiera, a quien necesite, con quien se pueda comunicar de una manera profunda y sincera. Amor y sexo. Y Rendell sabe hablar de esos temas, sabe exponerlos y envolvernos en sus meditaciones convertidas en palabras y personajes con un talento que no reclama el reconocimiento a gritos, que se conforma con decir verdades y con explorar el fondo del ser humano y con mostrarlo después en páginas de novela de género porque a veces lo importante viene en cajitas pequeñas, dicho en voz tenue, comprensiva, muy cercana: "Y todas sus noches eran iguales. Primero el yacer despierto... como si todo su cuerpo no fuese más que un gran grito contenido, sin ningún orificio por el que escapar". ¿Cómo no sentir admiración por escritores como Ruth Rendell?