Sin duda, los libros que prefiero son aquellos que nos regalan personajes bien trazados y frases que se quedan resonando en mi cabeza, ya sea por las ideas que encierran o porque alumbran imágenes que me emocionan. Nunca he sido un ardiente defensor de la trama perfecta, de la trama por encima del estilo, aunque escriba en este blog de novela negra. Defiendo a los autores que escriben bien, que matizan, que llenan de detalles sus narraciones, que crean personajes a los que me creo. Perdono los fallos de las tramas, perdono que en las historias haya excesos o caídas en lo superficial o lo vano. En la novela negra ocurre a menudo: el escritor, para ir de un punto a otro, tiene que recurrir a un motivo trillado, a una escena mil veces vista. Pero eso también ocurre en cualquier otro tipo de novela, en todas las novelas.
"Almas grises" deja un poso a verdad y a mundo vivido intensamente durante la lectura de la novela, arranca sonrisas, mueve a la complicidad y a salir de las ciudades hoscamente urbanas en que estamos presos, al menos de lunes a viernes. Philippe Claudel nos trasporta a otra época, la de la primera guerra mundial, a una pequeña ciudad y a sus pequeñas historias, que quedan interrumpidas, pues en toda ciudad pequeña un suceso grave hace que sus habitantes contengan el aliento y midan sus pasos y sus frases, como si todos estuvieran siendo de repente examinados, espiados. Una niña aparece muerta. El policía que narra, veinte años después, nos sitúa a la perfección y nos presenta a los personajes de la función sin apresurarse y sin entretenerse, con un estilo que no elude la inteligente adjetivación pero que nunca se aleja del camino oral, que no coloquial -y plenamente literario - , y nos gana con su sinceridad y su buen humor. Intercala frases que suponen un alto en el camino para el que quiera paladearlas, con algo de grisura en el fondo y un lirismo muy efectivo, hecho mediante la observación directa de las cosas, no después de la contemplación arrobada de las mismas, sino en el poso de la memoria.
Texto recomendado: Taxi Driver, en el blog de Miguel Sanfeliu
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