Andreu Martín es, junto a Juan Madrid, el más conocido, respetado y celebrado autor de novela negra español. Esta novela, del año 1984 (Editorial Alfa), empieza con una escena en que una niña de trece años es violada por su padre, rico empresario (" la garra que desgarra"). El mismo que, pasados los años, le paga dinero a su hija para que no desvele tal acto. Pero la chica desaparece y el empresario contrata a un detective privado para que la encuentre. No es un inicio convencional, se han puesto algunas cartas bocarriba y no se juega con el ilusionismo de la intriga y la promesa de ir topándose con constantes sorpresas, giros que enganchen al lector por el procedimiento de hurtarle datos. No: Andreu Martín nos enfrenta desde las primeras líneas a un hecho cruel, un personaje abyecto que se las da de no serlo y que le dice al detective que desea que encuentre a su hija porque "la quiero más que a nada en el mundo", no más que a nadie, sino más que a nada, porque para él su hija es algo, no alguien, un objeto, una cosa, importante, muy importante, pero una cosa al fin y al cabo. Novela negra, sí, pero dotada de unas finas trazas psicológicas. Fijaos qué detalle en la descripción del detective: "boca cuya elocuencia se veía acrecentada por profundas arrugas cultivadas con sonrisas durante más de cincuenta años". ¿No véis perfectamente a esos tipos en la pantalla blanca de vuestra imaginación?