Una película china en la que hay un asesinato, un homicidio y un robo. Sin el gran presupuesto de que disponen las películas estadounidenses pero utilizando los recursos de manera creativa y muy válida, el director narra una historia interesante, sin héroes (el único, supuesto héroe muere y, una vez muerto, le vemos salir del cuerpo y reírse de su estupidez como humano, de su obsesión por recuperar el arma perdida, en una escena onírica y llena de sentido), en un pueblo chino donde todos se conocen y no hay motivos para pensar que entre los habitantes se oculta un asesino. La razón de que le roben la pistola al policía - una gran meditación sobre de quién es un arma, para qué sirve, quién puede hacer uso de ella - y la explicación de los actos de violencia es social y nos devuelve curiosamente a la época de la ley seca imperante en los Estados Unidos allá por los veinte del pasado siglo, como si se tratara además de un guiño, ya que la película también es un pequeño homenaje a los clásicos de la serie negra, pensado de una forma libre y con mucho sentido del humor. Una película china, amigos, que también existen y pueden verse por aquí.