Lorenzo Silva es un escritor que se ha ganado con mucho mérito lectores y reconocimiento. Las novelas dedicadas a Bevilacqua y Chamorro, dos investigadores de la guardia civil, están por derecho propio en un lugar destacado de la narrativa policial española y creo que Silva ocupa un espacio interesante en ese otro lugar que denominan narrativa a secas, el sitio de la gran literatura. Silva tiene críticas habitualmente en todos los suplementos culturales y revistas literarias y, como es habitual, le tratan con aprecio y un poco de desdén, el que se reserva siempre para el autor de novelas bañadas por las aguas del género. Necesita Silva, eso sí, romper con la dinámica en la que veo que se está moviendo últimamente, inteligente pero algo átona, sin el vigor de las primeras novelas, sin su profundidad ni su valentía: le está perdiendo un poco el método, el utilizar la plantilla, riesgo que corren todos los autores que escriben sobre unos personajes habituales. Entre los méritos de Silva hay dos que se ven en el primer relato de este libro, "Un asunto rutinario", que son su crítica medida y eficaz a una sociedad que ha perdido sus mejores valores y el tratamiento de temas casi cotidianos, que podrían aparecer mañana en cualquier periódico, y que afectan a gente normal. En esta historia, un tipo de El Ejido, pueblo de Almería (¿dónde estarán nuestros escritores más punzantes, atrevidos y comprometidos que no aparece aún esa novela que tenga como protagonistas a los inmigrantes y los nuevos ricos de este paradigmático pueblo?), es asesinado en Madrid cuando compraba droga. A qué se dedicaba el muerto -al negocio de los coches de segunda mano-, cómo lo engañaron, quiénes lo mataron no forma parte de una estrategia para entretener únicamente al lector, sino que Silva se vale de elementos de nuestra más cercana realidad para poner a ese lector ante un espejo que, mediante la literatura, le hará meditar y acaso recapacitar sobre ciertos asuntos muy útiles y muy próximos apenas pongamos un pie en la calle: el dinero fácil, las drogas, los negocios fracasados, la delincuencia que viene de fuera. Es Lorenzo Silva un escritor realista, con todo lo que eso conlleva, y sus méritos son muchos y sobrados para decir que es un gran escritor, uno de esos que son hijos de su época y la miran con los ojos abiertos.