Me parece indudable el salto de calidad y de perfección que esta novela de Eugenio Fuentes muestra en el conjunto de su interesante, estimable obra. Ha solventado algunos problemas que dejaban mal sabor en la lectura de anteriores novelas - la resolución de los casos, lastrada por el silencio interior del culpable, como muy bien ha señalado Miguel Ángel Muñoz; la presencia elusiva, y que se volvía indefinida, del detective, ahora muy bien sugerida con ese carácter de hombre que busca la verdad pero no renuncia a ver con piedad a las personas, incluido el culpable; la dinamización de los hechos que pueblan la vida de los personajes elegidos para contar la historia, ahora más imbricados, más vivos, más activos ; la perfecta mención de temas actuales que no sólo aparecen y ponen una fecha a los acontecimientos narrados sino que forman parte de su propio devenir y nos dejan la sensación plenamente confirmada de que estamos ante uno de los autores más talentosos de su generación y acaso el que se sirve de una prosa más limpia, sugerente y de carácter más literaria - habría que poner a su lado a Javier Marías, al último Zarraluki- de todos, y sin duda al que prefiero porque esa voluntad de estilo no se vale de florilegio alguno - sólo se encalla en alguna ocasión en ciertos diálogos, deliberadamente literarios también-, lo que evita el cansancio, la repitición, que al fondo suene esa musiquilla que identifica al autor forzado y voluntarioso. "Cuerpo a cuerpo", además, entra de lleno en la actual vida de los militares españoles, ya que la investigación que ocupa a Ricardo Cupido tiene que ver con la muerte de un comandante que aparentemente se ha suicidado. Contratado por la hija del fallecido, Cupido habla con otros militares, entra en ese mundo cerrado a los civiles y tenemos la oportunidad de examinar sus miedos, carencias, ilusiones y su acoplamiento a una realidad en la que un cetme y la munición que cabe en una mano sólo son símbolos de lo que fue el ejército en el pasado, cuando la tecnología no existía en el grado presente y los hombres valían más que las máquinas - o menos, según se mire-. Por supuesto, el enigma es decisivo, descubrir al presunto culpable no es baladí, pero Fuentes, un escritor sumamente inteligente, no pierde el tiempo en llevarnos a escenarios de acción y de misterio tonto, sino que incide en la creación de atmósferas, en la exploración del mundo interior de los implicados - cercanos en sentimientos al muerto, ya sean estos positivos o negativos - y de los que tratan de ocultar pensamientos y deseos que quizá han conducido a la muerte no tan clara del militar. Me alegraría que la crítica española ensalzara este libro, viera lo que de poderoso hay en su estilo, que no lo despachara como otra novela más de crímenes y le prestara la atención que sin duda merece.
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