James C. Mitchell: "Lovers Crossing" (2). Policías suicidas.

El caso avanza lentamente. Brink habla con las personas que conocieron a la mujer asesinada y recaba una información que le lleva a concluir que no había motivo alguno para que la mataran: era una mujer rica pero noble, colaboradora de causas sociales, sin amantes y sin una vida oculta. Cuando acaba la jornada, va con su novia a la casa de su amigo Al Ávila, el policía que le ha recomendado al hombre rico para que le encargara el caso. Su esposa y la novia de Brink, Dolores, son hermanas. Cuando se marchan, tras una agradable velada, Brink le cuenta a Dolores un caso en el que participó, la desaparición de una niña, y recuerda que asistía con Al a las charlas que la policía daba en su instituto. Una vez "Un empollón levantó la mano y preguntó que cómo era que no se habían suicidado, ya que había oído que muchos polis se suicidan por la cantidad de cosas horribles que ven... Todo el mundo se echó a reír...pero se dio cuenta de que era también una pregunta significativa. ¿Cómo aguantan los polis veinte o veinticinco años escarbando entre cadáveres y desgracias? Entonces el más voluminoso de los polis lo miró y dijo, con toda la tranquilidad del mundo: Porque si tenemos éxito, podemos decirle a la gente qué es lo que ha pasado, y puede que por qué. Podemos llevarles un poco de paz." Y Brink afirma que él sigue siendo detective privado porque la mayor recompensa es encontrar a un desaparecido y ver la cara de los familiares cuando lo trae de vuelta a casa. Les lleva también un poco de paz.