Como muy bien lo define Ricardo Vigueras en su blog, el personaje de Ross Macdonald posee una mirada irónica y lírica: una manera de enfrentarse al mundo sin ser un cínico y sin dejar de ver con pasión las cosas. Así, cuando va a visitar a una implicada en el secuestro del magnate - que acaba de perder a su compañero por culpa de unos disparos -, nos narra Archer que para defenderse de ella la arroja sobre una cama y no quiere lastimarla. "Su boca redonda y abierta chilló en mi cara. El grito se quebró en un seco hipar. Fue hacia un lado y se arrebujó entre las mantas. Su cuerpo se movía en un rítmico orgasmo de pena. Me quedé de pie escuchando su seco hipo...Filtrada por sucias ventanas y reflejada por manchadas paredes y el miserable mobiliario, la luz que penetraba en el cuarto se volvía gris, apocada. Encima de una vieja radio de batería, junto a la cama, había un puñado de fósforos y un paquete de cigarrillos. Después de un rato, se sentó y encendió un cigarrillo pardo e inspiró profundamente. Su albornoz se entreabría como si sus flojos senos ya no importaran... La voz que surgió junto con el humo era desdeñosa y chata." Un cuadro digno de Dostoievski, de la mejor literatura realista y con detalles que nos hacen sentir, estar dentro de esa escena. Una prosa, un escritor que no han sido superados, que siguen vivos y vigentes, con mucho por decir y comunicar aún. Ahora entenderéis por qué su nombre es el primero que aparece en el pórtico de este blog.