Las mejores, las más profundas novelas de Ross Macdonald - con Archer dentro - nos presentan a personajes bien definidos, vistos hasta el fondo de su alma, con todas las pasiones y contradicciones que los habitan. La trama importa, pero sobre todo importan los porqués. Estamos en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Llegados a lo alto de la montaña, Archer y la hija del magnate encuentran una construcción que el padre de ella le ha cedido a un supuesto hombre santo. A Archer le llama la atención la estructura de lo que parece un pabellón de caza. "No es realmente un pabellón de caza. Lo construyó como una especie de refugio." "¿Refugio de qué?" Le aclara Miranda: "De la guerra. Esto pertenece a la última etapa de Ralph, la prerreligiosa [Ralph es su padre, lo llama por su nombre]. Estaba convencido de que se avecinaba otra guerra. Éste había de ser su santuario si llegábamos a ser invadidos. Pero superó ese temor el año pasado, justo antes de que comenzaran a trabajar en el refugio contra bombardeos. Los planos ya estaban listos. Pero prefirió refugiarse en la astrología." "Yo no usé la palabra ´manía´- dije.- Usted sí. ¿Hablaba en serio?" "En realidad no. -Sonrió algo forzada-. Ralph no parece tan loco si uno lo comprende. Se sentía culpable, creo, porque ganó dinero por causa de la última guerra. Y después fue la muerte de Bob [su otro hijo]. La culpa puede ser la causante de toda clase de temores irracionales."