P. D. James: "No apto para mujeres" (5). Niño autista.

No es P. D. James una autora considerada grande, porque nunca se se enaltece al que entretiene su vida y sus creaciones con la literatura de masas. No se puede aceptar cuando se escriben muchas novelas. Parece que lo indicado es parir un libro cada cuatro o cinco años: el período de gestación de los genios. Vale. No diré que la saga de Dalgliesh esté trufada de obras para enmarcar, pero eso no ha de impedir que nos centremos en algunas que pueden merecer un lugar en el altillo de nuestra biblioteca y abandonen así los bajos fondos. Admiro en esta novela la capacidad de la escritora inglesa para sugerir temas. Nunca me han gustado las novelas solipsistas, las que son una variación sobre un mismo y único tema. Prefiero las novelas abiertas, porosas, con las ventanas abiertas, sujetas a un patrón narrativo pero con oídos para el momento en que se están escribiendo, que recogen las inquietudes de su época. Porque hay cosas que nos preocupan y lo harán siempre. James habla de la juventud de los años setenta del pasado siglo, capta sus inquietudes y, con mucho acierto, nos las traslada con más de un punto de vista expuesto, con verdadera mentalidad abierta y dada al debate. El tema es el autismo. Una chica que conoció y de alguna manera quiso al suicida le habla a Cordelia:

-...Estaba Gary Webber, por ejemplo. Quisiera hablarte de él. Explica muchas cosas con respecto a Mark [el suicida]. Se trata de un niño autista, uno de esos autistas incontrolables, violentos. Mark lo conoció a él y a sus padres y a sus otros dos hijos en Jesus Green, hará un año. Los niños estaban allí jugando en los columpios. Mark le habló a Gary y el niño le respondió. Los niños siempre lo hacen. Se comprometió a visitar a la familia y a vigilar a Gary una noche por semana para que los Webber pudieran ir al cine. Durante sus dos últimas vacaciones se quedó en la casa cuidando él solo a Gary mientras la familia en pleno se iba de vacaciones. Los Webber no podían soportar la idea de mandar al niño al hospital. Ya lo habían intentado una vez y no resultó. Pero se sentían perfectamente felices dejándolo con Mark. Yo solía ir algunas tardes a verlos. Mark sentaba al niño en su regazo y lo balanceaba hacia atrás y hacia adelante durante horas enteras. Era la única manera de poder calmarlo. No estábamos de acuerdo con respecto a Gary. Yo pensaba que estaría mejor muerto y así se lo dije. Todavía pienso que sería mejor que se muriese, mejor para sus padres, mejor para el resto de la familia, mejor para él. Mark no estaba de acuerdo. Recuerdo que yo le decía: "Bueno, si crees que es razonable que los niños sufran para que tú puedas disfrutar de la emoción de aliviarles..." Después de eso, la conversación se volvió aburridamente metafísica. Mark dijo: " Ni tú ni yo estaríamos dispuestos a matar a Gary. Él existe. Su familia existe. Ellos necesitan una ayuda que nosotros podemos darles. No importa lo que sintamos. Las acciones son importantes, los sentimientos no."

Cree uno estar leyendo a Graham Greene...