Arthur Miller

Todo el mundo gana. Ése es el título de una película del año 1989 que acabo de ver. Guión escrito por Arthur Miller. La había programado para grabarla pero no he podido resistirme desde el momento en que he visto el nombre de este escritor en los títulos de crédito. Creo que sólo escribió dos guiones: éste y el de Vidas rebeldes. La película tiene un desarrollo detectivesco - sin un sólo tiro, eso sí, y sin concesiones gratuitas de ningún tipo - y fácil de seguir, con pocos personajes y un asesinato que no se ha aclarado como es debido. Para eso contratan al detective privado - Nick Nolte -, cuya misión es darle la vuelta al calcetín. Consigue enterarse de que el fiscal, la policía han hecho lo que han querido, han metido en la cárcel a quien les ha dado la gana -también en las novelas del ciclo Carvalho nos encontramos con casos parecidos a menudo- y tiene la posibilidad de ir contra ellos, sacar la verdad a a luz, lograr que ésta prevalezca. El detective está contra el sistema corrupto. De ahí que lo hayan buscado, hayan recurrido a él. Pero el detective no tiene poder, sólo el de la palabra, para movilizar a los testigos, a los declarantes, y aunque al final consigue que salga de la cárcel el inocente no obtiene el mayor premio: que triunfe la verdad. El fiscal, un juez, la mujer que lo contrató, un cura, los policías festejan al final que la nueva versión de los hechos los deja a todos felices, a todos ganadores, y lo celebran con una fiesta multitudinaria. El único que se va de ella es el detective. De esta manera ese gran escritor que era Arthur Miller nos plantea con una visión muy crítica pero muy realista cuál es el actual estado de las cosas en nuestra sociedad: ningún pez pequeño se come al grande, ningún investigador puede remover los cimientos, alterar el orden establecido. No hay héroes si los que están por encima no permiten que se les señale como héroes. No hay vencedores si los que están por encima no permiten que se les señale como vencedores. Ni tan siquiera como vencidos. Buscad esta película, amigos. Grabadla, guardadla, ponedla en el reproductor dentro de dos o tres años y echad la vista atrás, pensad en el futuro. Será como darse una ducha. Qué sucia corre el agua, ¿verdad?