John Connolly: El poder de las tinieblas (2)

La novela negra está llena de pasado. La novela negra está llena de historias. La novela negra está llena de best sellers. Esas tres afirmaciones, junto a la necesaria calidad y pericia narrativa de los buenos autores, dan un resultado memorable. Connolly es un buen escritor, narra bien y sus novelas están llenas de pasado y de pequeñas historias que le evitan al lector hundirse en una sola trama, la obligación de seguir el curso de un único y alargado acontecimiento. En una película de José Luis Garci afirmaba un personaje que las grandes historias están llenas de pequeñas historias - la frase exacta seguro que la recuerda mejor mi amigo Juan Herrezuelo-: ésa es una enseñanza que nos da la literatura estadounidense. Connolly, sin llegar a la media altura de su novela, se para de repente - y de manera breve - para presentar a un nuevo personaje y nos muestra quién es y su relación con el protagonista. Son cinco o seis páginas tan sólo, pero poseen una intensidad más que meritoria: Parker conoció a una mujer casada, compañera de oficina, se interesó por ella, se lió con ella, lo dejaron, el marido - policía - le buscó y le dio una paliza en unos servicios. Casi un relato independiente, que podía haber escrito Carver, también Richard Ford. Algo de realismo sucio. Esa parada en el desarrollo principal de la novela es importante, muy importante: es una ventana abierta, un soplo de aire cuando se llevan leídas 175 páginas. Y no es que la historia canse ni aburra - todo lo contrario - sino que así hay una sensación de que es más abierta, real, más porosa, como la vida misma: en nuestra existencia ocurren asuntos de muchas importancia que están trufados de pequeñas anécdotas, pequeñas noticias, pequeños reencuentros. El conjunto es lo que hace creíble la historia principal. Las novelas largas necesitan esta variedad, estas pequeñas salidas del camino principal: en esto siempre vencerán - o se diferenciarán, al menos - del cine, que no puede permitirse las divagaciones, porque antes que nada hay que responder a un presupuesto cerrado. El poder de la novela es su libertad para crear, combinar géneros, llevar la historia por donde y como se quiera.