Glenn Ford

Tenía una mirada, una cara de pilluelo. Esos ojos pequeños miraban pícaros. Tenía cara de niño y era difícil calcular su edad y su estatura. Su altura cinematográfica no arroja dudas: era un grande. Nunca olvidaremos cómo abofeteó a Gilda, por supuesto, en ese clásico en que estuvo acompañado de Rita Hayworth. Pero tampoco lo olvidaremos a lomos de un caballo, riendo con los ojos encendidos y burlón en escenas que demostraban su gran capacidad y su versatilidad. A mi padre siempre le pareció uno de los mejores, tan buen actor como John Wayne o James Stewart, pero parece ser que la crítica no lo consideraba tanto. Me da igual. A veces los críticos no aciertan y los simples aficionados sí. Decía mi padre: "Hoy echan una de Glenn Ford", y yo acudía, me sentaba ante el televisor a su lado. No me cabe duda: ha muerto un actor mítico.