Inspector Tibbs contra la Organización

Ver una película como ésta es un ejercicio nostálgico: su estética ý su música, Sidney Poitier como policía, una organización dedicada a la droga y unos perjudicados por el sistema que no confían en la policía y luchan por su cuenta contra la Organización. La película tiene como mayor interés su realismo, su final desencantado y la crítica dura contra las organizaciones no delictivas, las que han de velar por los ciudadados y se alían contra éstos en favor de los delincuentes de altos vuelos. Hay escenas de acción que no están mal llevadas y alguna persecución destacable, pocos excesos y unas interpretaciones correctas o más que correctas. Uno de los secundarios es Raul Julia y otro es Daniel J. Travanti, el Furillo de "Canción triste de Hill Street". La comparas con la media de lo actual y sale ganando. Y en su intento de denuncia no ha caducado, ni mucho menos: todo se tapa, se mata al débil, sigue la función con otros peones. Ah, y Tibbs tiene diálogos con sus hijo sobre el sexo, le acompaña a una conferencia y luego se entera de que al hijo le interesan poco las conferencias y más las fotos de mujeres en las revistas. Merece la pena porque aunque algunos la consideren pasada y superada, yo creo que aún puede recordarnos obviedades que la vida cotidiana nos hace olvidar, el marasmo de una sociedad - la actual - en la que lo lógico y lo evidente quedan sepultados detrás y debajo de tantos anuncios y tantas imágenes e historias pensadas para el consumo inmediato y que nacen con la fecha de caducidad adjunta.