Una historia de violencia, de David Cronenberg

Admiro la inteligencia. El que se atreve a pensar arriesga. Admiro la inteligencia del creador auténtico, del que arriesga con su arte. Cronenberg no es un director conformista, que insiste en sus logros, sino un artista que se arriesga y se atreve a volver la mirada hacia mundos narrativos que aparentemente le son ajenos, poco próximos. "Una historia de violencia" está contada con la típica frialdad de este director, con el distanciamiento con que aborda sus narraciones cinematográficas. Hay una violencia en ella necesaria para lo que se cuenta y sin nada gratuito, que nada tiene que ver con el universo Tarantino, aunque alguno se equivocará y creerá que sin éste la película no sería la misma. Para desmentirlo sólo hay que conocer otras películas de Cronenberg. Hay una escena en la escalera entre el marido de doble identidad y la esposa sorprendida que remite al mundo de Crash - que dirigió nuestro director en 1996 -. Pero creo que en esta meditación sobre la violencia lo más destacable es el falso final feliz, porque es tan abierto que cabe pensar que se trata de dos finales en uno: el normal, el esperado, el que nos deja tranquilos con la vuelta del héroe malo al hogar y el otro, el profundo, el crítico, el que nos dice que vuelve nuestro malo, al que perdonamos porque es malo pero es nuestro malo y vuelve con nosotros y nos quiere y le queremos. En ese regreso al hogar del asesino despiado hay algo que nos corroe y nos deja fríos, nos deja helados, y en nuestra mente se crea un enredo si a continuación nos hacemos preguntas - es lo que pretende Cronenberg - y tratamos de enjuiciar al personaje desde un punto de vista moral, pongamos por caso. Hacen barbaridades por ahí, destrozan vidas, pero vuelven a casa y son nuestros hijos y maridos, decían las madres y esposas de los soldados estadounidenses después de una guerra lejos de su país. ¿Es eso, es una de las ideas que están detrás de esta película tan cortante como el filo de una navaja? Soldados estadounidenses, de cualquier nacionalidad, y unas madres, unas esposas, unos hijos que esperan y luego desean sólo poder vivir y olvidar al lado de los que se fueron y lograron volver. "Una historia de violencia" es una sacudida y un vaso de agua fría del que no todos se atreverán a beber.