Instinto básico 2

Hay películas que uno quiere ver porque desea comparar o simplemente recordar. Que digan de esta película que es inferior a la primera se ha vuelto ya un lugar común: nunca fueron buenas segundas partes. Pero el atractivo está en Sharon Stone, en comprobar que tiene 48 años y es capaz de imantar nuestra mirada. Lo consigue. Se han esforzado el guionista, el director, los productores, los maquilladores, los que iluminan, los que hacen las ropas, los que les dan de comer en los descansos... Es una película servida como un plato especial: bien aderezado para los que ya probaron un plato parecido. Y no hay que dejarse engañar: Sharon Stone nunca fue una diva, una mujer de rompe y rasga como otras con mejores labios, más pecho, mejor silueta y mirada menos fría y más sugerente. No diré otros nombres. Ponedlos vosotros. La película es también fría, artificiosa, tan poco conmovedora como la primera, tan poco creíble como aquélla. Quizá ha empeorado en un aspecto: mira a la taquilla más desesperadamente, con mayor inquietud, con el miedo al fracaso, y se mueve por lo seguro, lo trillado, lo ya visto-pero-ahora-con-la-madura-e-irresistible-Sharon-Stone. ¿Os sorprende? Es una película no de cine negro ni policíaco, sino del subgénero para-mitómanos. Si la veis con esos ojos, os pasaréis un rato fenomenal. Los otros ojos, los que esperan a la Stone en posturas y desnudos, sé que los tendréis preparados, digan-lo-que-digan-y-da-igual-quien-lo-diga. PD: No acabé de verla. Así es la vida.