Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 8 ). Niños disminuidos.

Una página sobrecogedora: la hija del policía, una niña disminuida, coge la pistola del padre y se la acerca a la cara. La narración del policía refleja sus más ocultos miedos y sus más ocultos pensamientos, que no están lejos de llevarle a desear que pueda dispararse accidentalmente el arma. Las líneas encogen el ánimo no por lo que ocurre sino por la sinceridad con que se vuelcan los padecimientos y las frustraciones de ese padre. Hace un par de años triunfó "Mar adentro", película valiente y que trataba un tema de los que suelen soslayarse, obviarse, ya que cualquier opinión retrata crudamente al que la emite. La página a que me refiero de "Días sin tregua" posee además el doble valor de que ha sido escrita por alguien que en su vida conoce perfectamente el problema: Mena tiene un hijo disminuido. Sí, amigos, éste el tipo de novela negra que reclamaba yo: no sólo de policías, disparos, sectas, asesinos y drogadictos, prostitutas y el mundo de la noche. La novela negra puede abordar cualquier asunto. Mena da una lección.