Robert B. Parker: Ceremonia

Abogo por las novelas breves. Ya se sabe que, si breve, dos veces bueno. Pero no porque no me guste leer novelas largas, sino porque creo que una novela de 500 páginas debe de tener una justificación muy buena. Creo que Mankell se excede y que a sus novelas les sobran páginas. Le ocurre a él y a otros muchos autores. La novela de Parker que os comento - y que desgraciadamente no encontraréis si no recurrís a Iberlibro, por ejemplo - es ejemplar en extensión, caracterización y exposición del tema. El primer capítulo empieza con una discusión en una casa: un matrimonio, Spenser - el detective privado - y su amada psicóloga Susan. El dueño de la casa, que se hizo rico vendiendo seguros, dice que le da igual que su hija se pierda por ahí, porque es una puta. La mujer trata de convencerlo para que contrate a Spenser y Susan explica por qué la chica anda sin timón por las calles de la ciudad. 5 páginas, amigos, y ya conocemos el caso, el talante de los personajes, el problema y cómo va a intentar Spenser solucionarlo. Los personajes han hablado y se han definido expresando sus opiniones, en cuatro frases, el narrador los ha descrito físicamente dedicándoles un párrafo a cada uno - incluso a Susan, en el capítulo siguiente-. Un prodigio. Esto es ir al grano, no servir muchísimos entrantes y luego dar poca comida. Cuando se tiene una historia por contar, se cuenta y se la adorna con lo que la historia exige, pero sin excesos que pretendan engordar el libro - ¿para venderlo más caro? - y el estilo del autor - ¿algunos creerán que son mejores escritores porque son capaces de publicar ladrillos llenos de letras? -. Una buena escena precisa de una mano con talento que la sirva con tiento y mostrando lo que quiere mostrar sin recargarlo, sin lucirse, sin decirnos a cada paso Qué listo soy, cómo domino esto. Algunas de las mejores novelas son breves - "El túnel", "La metamorfosis", "El corazón de las tinieblas" - y detrás de esa manera de hacer yo encuentro no parquedad sino claridad de ideas, decisión, ímpetu, necesidad de comunicar.