Impecable estructura la de esta novela. Cuando leemos ciertos capítulos tenemos la sensación de que la novela se alarga o toma un camino a la deriva que no le favorece. Nada de eso. Acostumbrados a los choques inmediatos, a los disparos rápidos de la novela negra menos buena, la historia de Compton parece avanzar lastrada, demasiado reconcentrada, pero el error no es de la autora, sino una mala apreciación del impaciente lector. Nada sobra en esta novela, su desarrollo tiene mucho que ver con el de otras historias que nada le deben al género negro, pero también el sentido del misterio, del desvelamiento progresivo de hechos fundamentales en la vida de los personajes remite a la clásica novela detectivesca. Compton se maneja con igual destreza dentro de la novela negra y dentro de la novela mayor, llena de ambición, tanto en estilo como en trama. Cuando llegas al final del libro, que gana conforme avanza en todos los sentidos, ves que la autora es muy valiente -no desvelaré los temas, la manera de tratarlos, pero sí os adelanto que detrás de estas páginas late una mente que ama a las personas y que escribe para entenderlas y seguir amándolas, aunque sus actos no sean siempre secundables -, muy buena creando una historia y presentándola, avanzando, llenándola de meandros que luego concurren en un río que da sentido a todo. Pero no hay aquí una sorpresa final que nos deslumbra un instante y nos deja indiferentes después: se trata de ver qué son las personas, qué las mueve a amar, matar, huir, qué huellas dejan en ellas sus actos y sus deseos. El marido de la detective Pribek es un personaje tan bien contruido y tan bien presentado que parece absolutamente real, con sus contradicciones, sus miedos, sus secretos. Sí, los secretos. Los secretos que ocultan pero no te insertan en la oscuridad. Los secretos que marcan y dejan vestigios. Los secretos que no impiden del todo que dos se amen. Los secretos que son armas que nos esperan agazapadas para herirnos, para matarnos. Los secretos que nos conforman y dan sentido a alguna parte indescifrable de nuestras vidas. Una gran novela, no lo dudéis, obra de una lectora aventajada de "El largo adiós", de "Crimen y castigo". Una novela con mayúsculas con varios personajes dentro que son auténticas creaciones, auténticas y perdurables. Y con un mensaje final muy claro: "Acaso había tenido razón desde el principio. Quizás el hecho de concluir las cosas se sobrestimaba". Para saberlo habrá que ir a buscar la segunda novela dedicada a la detective Pribek.