( Crítica para La Gangsterera)
A veces tiene uno la suerte de asistir a una representación de primera clase, a una obra que te deslumbra y guardas la entrada como un gran recuerdo. Lástima que no se pueda hacer lo mismo con una novela. "Canciones de amor en Lolita´s club" es una obra maestra de la novela negra, en la que hay un policía airado y violento, narcos, un asesinato, palizas. Pero quien escribe esto es Juan Marsé y eso convierte esta novela en una pieza indiscutible para cualquier lector, además. La historia de dos hermanos gemelos que vuelven a juntarse cuando a uno le preparan un expediente para expusarle de la policía por brutalidad nos lleva al escenario de un club de alterne donde el otro hermano, inocente como un niño a causa de una deficiencia mental, pasa las horas por culpa de un amor medio correspondido, medio realizado con una prostituta. El policía busca la manera de echar a su hermano de ese lugar y recurre a sus manos rápidas y certeras y a sus expresiones cortantes y contundentes. La historia avanza con escenas propias de la novela negra y sobre todo con la atmósfera de una película del cine negro de los cuarenta. Los personajes están tan bien dibujados que crees en ellos y en lo que hacen en todo momento, los ves moverse pasmosamente ante tu cara como si los estuvieras viendo en la realidad, tan bien los lleva y les da vida el maestro Marsé. La estructura, tan clara, tan sencilla, pero con tanta sabiduría dentro, es una lección más de cómo contar y guardar a la vez -la relación del policía con la mujer de su padre es un destacado ejemplo-, esa teoría del iceberg que echan en falta tantos libros que leemos. Con valentía, Marsé acepta el reto del presente y nos habla lateralmente de los programas de cotilleo, en profundidad de la prostitución, las mafias y sus damnificados, trata las relaciones familiares con una hondura y sobriedad abrumadoras, hasta suelta una pincelada que retrata el terrorismo. Con detalles de un lirismo marca de la casa, avanzamos hasta un final comprometido, en el que el autor toma partido, se moja, baja a las aguas sucias y se mancha. Sin maniqueísmo - qué fácilmente podría habérsele ido la mano retratando al bueno como buenísimo y al malo como malísimo -, sin dar un solo paso meditado, sin dejar nunca de lado al lector, esta novela negra sin abundancia de tiros, sin investigación, pero con todo el mundo que la novela negra actual ha de abordar para entrar en la categoría, es la obra maestra que el género en español esperaba. Desde "Los mares del Sur" nadie había entregado a los lectores un libro tan acabado, tan perfecto, tan abierto a la imaginación y a perdurar en la memoria de cualquier lector interesado.