Otro acierto más de esta novela radica en incluir sin separación en la narración los pensamientos de los personajes, de una manera actual y sabia, sin entrecomilado que los diferencie de la voz narrativa de tercera persona. Así, a veces el narrador calla y oímos directamente lo que piensan los personajes y estamos mejor situados en la escena: presenciamos lo exterior y sabemos de lo interior. Es una especie de democratización que le da a la historia un valor añadido y le exige al autor una mayor diversidad en el lenguaje y en la concepción y plasmación de los personajes. Y también ofrece una mayor inmediatez a lo que se está leyendo, una ampliación del ritmo: " ella se gira disponiéndose a montar. Un culo plano, domado. Raúl busca los ojos de su padre." Claro que en Marsé hay mucho cine, mucho y muy buen cine.