Con unas interpretaciones sobresalientes de Liam Neeson y James Nesbitt, un guión mimado hasta el último detalle y sin innecesarias concesiones a la galería, esta película aborda el problema del terrorismo y la reconciliación de una forma tan madura y diríamos que tan sentida que sorprende y cautiva, rodeados como estamos de tanto cine infantil con apariencia de adulto y tanto intento falso que solo sirve como entretenimiento. Por supuesto, se critica a la televisión y a los detestables programas creados para generar muchos ingresos en publicidad dando morbo y chocolatinas baratas, pero lo importante de esta cinta en la que el hermano de un asesinado y el asesino, ex terrorista, van a volver a verse cara a cara muchos años después de que el segundo le clavara tres balazos a una víctima indefensa es que se da tiempo al espectador a ir asimilando lo que se le muestra, las sorpresas forman parte de la trama con coherencia y no son impostadas y no hay malos muy malos y buenos muy buenos, como vemos en tantas historias hollywoodienses de medio pelo. Este es cine que habría gustado a los grandes maestros del medio, a los más comprometidos directores, a los que aún piensan que el arte no es para degustarlo con palomitas y entre risas enlatadas. Estamos ante un conflicto moral, en el territorio de las mejores narraciones y con los materiales más honestos con que puede ser servido un argumento. Es una de las grandes películas de los últimos años.Cinco minutos de gloria, de Oliver Hirschbiegel
Con unas interpretaciones sobresalientes de Liam Neeson y James Nesbitt, un guión mimado hasta el último detalle y sin innecesarias concesiones a la galería, esta película aborda el problema del terrorismo y la reconciliación de una forma tan madura y diríamos que tan sentida que sorprende y cautiva, rodeados como estamos de tanto cine infantil con apariencia de adulto y tanto intento falso que solo sirve como entretenimiento. Por supuesto, se critica a la televisión y a los detestables programas creados para generar muchos ingresos en publicidad dando morbo y chocolatinas baratas, pero lo importante de esta cinta en la que el hermano de un asesinado y el asesino, ex terrorista, van a volver a verse cara a cara muchos años después de que el segundo le clavara tres balazos a una víctima indefensa es que se da tiempo al espectador a ir asimilando lo que se le muestra, las sorpresas forman parte de la trama con coherencia y no son impostadas y no hay malos muy malos y buenos muy buenos, como vemos en tantas historias hollywoodienses de medio pelo. Este es cine que habría gustado a los grandes maestros del medio, a los más comprometidos directores, a los que aún piensan que el arte no es para degustarlo con palomitas y entre risas enlatadas. Estamos ante un conflicto moral, en el territorio de las mejores narraciones y con los materiales más honestos con que puede ser servido un argumento. Es una de las grandes películas de los últimos años.