"¿Quién mató a la viuda?", de Mario Benedetti

De mayor me gustaría ser como Benedetti. Me gustaría llegar a instalarme en una calma sabia como la suya. Y expresarme con una ironía, un humor como el que reparte en persona y en sus escritos. El relato a que me refiero es breve, te dibuja sin esfuerzo una sonrisa en los labios y te hace pensar en cuánto se ha escrito sobre detectives privados y sobre crímenes, bueno y no tan bueno, sencillo y de manera compleja - menos esto, desgraciadamente -. Es el caso definitivo, la resolución definitiva y, pese a todo, queda abierto, ambiguo, como si detrás de tu sonrisa hubiera algo - otra sonrisa, un gesto serio - que te impele a leerlo de nuevo y pensar si de verdad es humor o burla lo que reina en esta historia, si se ha escrito para la sonrisa grácil y leve o pensando en una burla un poco malintencionada, crítica, incluso un poco punzante. Porque ¿no es inquietante que una persona se dispare con un revólver y pida, antes de morir, que le entierren con él, ya que es un hermoso revólver? De mayor me gustaría escribir como Benedetti, decir tanto con tan pocas palabras.