Giorgio Scerbanenco: Venus privada (1). Intensidad




   Las novelas no tienen por qué obedecer a un guión prefijado, pueden nacer libres y seguir haciéndose libres, con un argumento medio pensado que luego sufre cambios, toma derroteros inesperados. Las novelas negras no han de obedecer al patrón marcado a fuego que tantos autores llevan en la mente y les impide aportar algo nuevo. Detesto el empecinamiento en basar la novela negra en un muerto y una investigación. Es demasiado cómodo, demasiado repetitivo. Venus privada es una novela insustituible, absolutamente necesaria en la biblioteca del que ama a este querido género tan poco respetado y visto siempre como si acabara de inventarse, motivo por el cual nos encontramos demasiado a menudo con que autores que triunfan en la actualidad son considerados grandes maestros y se olvida a los que verdaderamente lo son, como Giorgio Scerbanenco, que además habló de temas aún vigentes, aún inquietantes, aún sin respuesta definitiva (y para los que acaso nunca la haya, porque los problemas humanos difícilmente hallarán una solución que contente a todo el mundo). 
   Venus privada es la historia de un médico que sale de la cárcel tras haber estado encerrado por acceder a ponerle una última inyección a una enferma terminal que padecía grandes dolores. Eutanasia. Contratado por un padre desesperado que no consigue apartar a su hijo de la bebida, Duca Lamberti, el ex médico, hace a partir de entonces de guardaespaldas, niñera, padre, profesor, educador del joven, que tiene 22 años y un secreto que lo empuja a suicidarse, cortándose las venas con unas tijeras, la primera noche que Duca pasa a su lado. Bueno, éste es el territorio de la trama. En el del estilo, Scerbanenco narra en tercera persona con una intensidad alta y medida con la que consigue que en las primeras 44 páginas sólo haya tres personajes -qué bien definidos, qué fácil es verlos- sin que nos cansemos, sin que echemos de menos algunos tiros, la investigación sobre un asesinato. Scerbanenco trabaja con historias humanas y con una narración en la que nada es forzado, en la que nada sobra, y en la que parecen latir verdades que afectan a todos los lectores, temas que a todos pueden preocuparnos alguna vez. Se trata de una literatura comprometida en varios sentidos, respetuosa con el lector adulto, indagadora de nuevos caminos dentro de la novela negra. Scerbanenco es de los que se atrevió a dar un paso adelante.