My Thinking Blog Award

Se trata de participar en estos premios y proponer a cinco autores de blogs. Ahí va mi lista, de la que excluyo a los que ella propone y a ella misma, respetando unas reglas del juego invisibles:

Júlia

Autora de un blog en el que uno encuentra sensibilidad e inteligencia a partes iguales. Se habla de la realidad de una manera en que se siente que es real.

Miguel Sanfeliu

Escribe sobre cualquier asunto opinando con elegancia y con un saber hacer envidiable. Además escribe relatos con una capacidad creativa muy destacable y unos atmósferas personales y muy conseguidas que auguran libros y alto reconocimiento.

Blanca Vázquez

Sus comentarios sobre los estrenos de cine tienen una calidad que envidio y admiro a partes iguales. Activa, lúcida, profunda y brillante, es una bloguera y creadora que obtendrá recompensas celebradas con todo el merecimiento del mundo.

Alvy Singer

Talento, variedad, iconoclastia, saber impropio de cualquier edad, dueño de un espacio llamado a figurar en la memoria y apto para la confrontación de ideas, de opiniones y para abrir la mente. No me importaría ser como él en mi siguiente reencarnación.

Noemí Pastor

Sencillez, acierto, desparpajo, humor, rapidez pero nunca precipitación, alguien a quien a ratos considero mi alter ego femenino, porque lee y degusta la novela negra, porque escribe sobre los autores que a ambos nos interesan y siempre me descubre algo nuevo.

Esto es una cadena. En el blog de Ninoska sabréis cómo seguir adelante.

Nicolas Freeling: Amor en Ámsterdam (3). Amante trastornado


Freeling reconstruye la historia de amor de Martin y la mujer muerta viajando hasta el principio, hasta el momento en que no se conocían, y en esta parte la novela es sin duda lo que su título anuncia: una novela de amor. Martin es un escritor que no hace números y al que se le dan mal las cuentas, que escribe obligado y gasta sin pensar. Es un escritor poco premeditado. Así, escribe novelas y sobre los temas que su editor le sugiere. Tiene la suerte de que en los Estados Unidos le compran los derechos de un libro y viaja a París, a Londres, buscando un lugar en el mundo, hallando a muchas mujeres que nunca pasan de ser sus amantes. El amor le espera en su país, en Ámsterdam, en los brazos de una mujer a la que conoció años atrás, que vive con su marido como si fueran dos desconocidos, pues sólo se mantienen unidos porque hay hijos de por medio. Martin logra convertirse en el amante de Elsa y le enseña cómo llegar al orgasmo, la idolatra, la ama con fervor hasta que empieza a tener ideas de orgulloso macho equivocado y se vanagloria ante los amigos de que ella es su querida, le grita en público cuando la lleva a comprarle ropa y, como remate, una noche le exige que se quede desnuda en el coche y que luego salga, sin ropa, ande por la calle y llegue hasta la casa donde la esperan sus hijos. Empieza el fin de la relación.


Foto: Henri Cartier-Bresson

Golpes. Ficciones de la crueldad social. Edición de Eloy Fernández Porta y Vicente Muñoz Álvarez


Éste es un blog de novela negra y cine negro, pero no sólo de novela negra y cine negro, como bien saben los habituales visitantes y amigos. Aquí se busca y se comenta la novela y el cine negros que tienen que ver con el realismo, que son parte del realismo. Las etiquetas a veces son inevitables. Nos movemos con ellas pegadas a la piel, pero no somos sus esclavos. Por eso, mientras leía el prólogo de este libro tenía muy claro que su relación con el blog era absoluta. Y, como ejemplo, vayan estas meditaciones por delante, debidas a Eloy Fernández Porta: "En términos de sociología literaria, la aceptación entusiasta de que gozó esta tendencia en España puede explicarse de la siguiente manera: el dirty realism fue aceptado en virtud de su aura -el aura de desolación y desgracia esencial con marca registrada norteamericana- y de su limpieza, esto es, su indiscutible elegancia formal, su estilo doliente y escueto, su caballerosa manera de retratar la conflictividad suburbana, describiendo frecuentes circunloquios respecto de los temas del sexo, la violencia y la abyección. Simulacro de verismo, por tanto; simulacro de suciedad. Si se compara este registro con la tradición realista española y con algunos de sus extremos -el extremo esperpéntico, el extremo carpetovetónico-, el realismo sucio se nos aparece como un objeto de una limpieza acrisolada y, a despecho de sus testimonios sobre la pesadilla del sueño americano, o quizá precisamente gracias a ellos, resulta presentable, llevadero y cool." La novela negra que se defiende en este blog, la novela y la literatura que defiendo aquí y en otros sitios busca la autenticidad, el realismo directo, veraz, que acaso no conlleva éxito ni gran reconocimiento, pero es útil, necesaria, inmarchitable. Así pues, recomiendo este libro, su lectura, para ver otras cosas con otros ojos, cosas que están aquí y ahora.

Informe confidencial. La figura del detective en el género negro ( Editorial Difácil )



Pocas veces tiene uno la suerte de encontrar un libro como éste. En España se han editado pocos de su categoría. Las editoriales no suelen apostar por libros que analizan, ofrecen, proponen. Difácil se ha atrevido y la recompensa para el lector es muy grande: Fernando Martínez Laínez, Vicente Aranda e Imanol Uribe han escrito textos que no hay que perderse. Agustín Reyes Torres medita sobre la figura cercana y entrañable del detective creado por Walter Mosley, el sensible y activo Easy Rawlins. Beatriz Leal Riesco aborda la temática negra en las películas de Wim Wenders. Y, como colofón, las manos en la harina: relatos firmados por Andreu Martín, Francisco González Ledesma, Yoss, Joaquín Guerrero Casasola y José María Huerga Carracedo.
He aquí un libro para el amante del género, el esporádico visitador de los espacios grises, el espectador de películas inolvidables. Pocas veces tiene uno esta suerte: un libro por el que dan ganas de abrazar a su inteligente editor.


Recomendado: "Viudas", un texto ejemplar, que dignifica la tarea bloguera, que la eleva hasta un punto verdaderamente alto y muy admirable. El autor es un escritor a seguir: Gabriel Báñez.

Nicolas Freeling: Amor en Ámsterdam (2). Unas manos ávidas


La imagen es poderosa: una mujer, Elsa, ha muerto, están investigando para saber quién la mató, y el ex amante de ella va recordándola, menciona ante el inspector a los otros amantes que ella tuvo, y se acuerda de que uno, médico y amante de la música, pero sobre todo de Frescobaldi y Scriabin, la cautivó cuando alabó las manos de Elsa. Y el ex amante -qué gran caracterización de Freeling - dice, tras oír al policía afirmar que sólo se fijó en que se las mordía, que esas manos "también eran extrañas y hábiles. Cuando las extendía se le curvaban los dedos hacia arriba, y éstos también se curvaban entre sí. Los pulgares eran notables y los tenía extrañamente articulados. Eran unas manos llenas de avidez, pero extremadamente hábiles". Cómo nos habla Freeling de la mujer muerta, cómo va dando información que, hábilmente, la dibuja mejor, la hace cada vez más creíble y más presente, más protagonista de la novela, desde la ausencia y gracias a lo que otros dicen de ella. Es un método poco habitual en la novela negra, difícil, que demuestra la categoría de este escritor hoy un poco olvidado injusta, cruelmente.

Nicolas Freeling: Amor en Ámsterdam (1) Cuerpos y personas.


No me gustan los CSI porque son una vuelta a Sherlock Holmes, a las pistas y los análisis hiperlógicos y cientifistas, que sirven y no sirven: sirven para entretener pero no sirven para conocer más al hombre. Prefiero una serie como "Caso abierto", en la que prima la explicación humana, psicológica. Igual me ocurre con las novelas. Nicolas Freeling es un autor de probada capacidad para crear atmósferas en las que se huele a las personas, se les ven las caras y las costuras de sus almas. Sé que me aferro a una manera de hacer del pasado, que no voy con los tiempos, que en este blog a veces parece que escribo con una chaqueta añeja y un sombrero en la cabeza, pero el lector atento es consciente de que sólo se trata de una primera impresión: yo defiendo con el mismo empuje al Vázquez Montalbán de "Los mares del sur" que al Raymond Chandler de "El largo adiós", pongamos por caso. No se trata del tiempo, de la época, sino de lo que nos cuentan, de las miras del escritor, de sus preocupaciones sociales. Freeling lo deja bien claro en las primera páginas de esta novela que incia la serie del inspector Van der Valk, mucho más interesante que el Wallander de Mankell, el Brunetti de Leon y que el Parker de Connolly. Pronto nos advierte del camino que no recorrerá al hablar de una asesinada, que para la policía y para el forense "ya no es una persona, sépalo usted, sino una práctica médico-legal", catalogación que Freeling se empeñará en desmentir con su escritura magnética, sus diálogos creíbles y su cultura humanista.

Nicolas Freeling: Amor en Ámsterdam (y 5). Crítica (y alegato contra el sistema editorial)


Voy a decirlo claramente, sin rodeos: esta novela es muy superior a la mayor parte de las que se escriben ahora, del género negro, porque es sincera y no es un producto. La mayor parte de lo que leemos últimamente, eso que llamamos novedades, está plagado de repeticiones, de insistencia en los temas -si al menos fueran variaciones-, de desmemoriadas creaciones que pretenden no saber del pasado, como si meter la cabeza bajo el ala bastara para eliminar lo que los demás vemos y sabemos. La novela negra necesita a autores como Freeling, con la honestidad en la base de su escritura, esa honestidad del que tiene algo que contar y lo cuenta sin trampas, del que es escritor antes que sujeto en nómina o comisionista, como me parece que son muchos otros. Nicolas Freeling tenía un mundo, unos personajes, y eso se nota. Quizá algunos penséis que soy un nostálgico. Os equivocaríais. Sólo tenéis que ver qué libros se comentan aquí. No es éste un blog anclado en el pasado. Pero sí es un blog escrito desde los márgenes, fuera de los circuitos, alejado de los lugares comunes y las aceptaciones vanas y mentirosas. La novela negra vive una época buena porque se publican muchas novelas negras, porque se la empieza a tener en cuenta en los círculos más cerrados y elitistas, porque hay autores, como Lorenzo Silva, que escriben sin complejos y con mucha calidad. Pero una cosa es el escritor y otra el sistema editorial, que, como hace poco decía alguien a quien admiro profundamente, alguien que no se vende y no se entrega, alguien llamado Juan Goytisolo, está creando y criando autores que paren productos y no obras literarias serias. El sistema editorial, antes, recordaba Goytisolo, vendía libros fáciles y destinados al público mayoritario y con los beneficios de esos aciertos de ventas apostaba por los autores que escribían únicamente buena literatura, sin pensar en el público ni en las ventas, pero sabiendo que serían éstos los que se mantendrían, los que les darían prestigio y serían celebrados y reconocidos. Pues bien: el sistema editorial también ha decidido que sus productos sean lo único y, así, en nuestro amado género, empezamos a ver que se nos quieren colar como grandes a los que no son más que entretenededores de la cosa, escribas que ejecutan pero no crean, que fusilan si hace falta -en nuestro país hay unos cuantos que callan cuando los pillan, o peor: se defienden hablando de intertextualidad-, que ejercen un oficio y que no aman la literatura, sino los dividendos, los euros. Allá cada cual con su conciencia, siempre lo he tenido muy claro, pero yo no voy a participar en esta ceremonia de confusión y vergüenza que, pese a lo que parezca, sólo sirve para echar lectores fuera, no para crear nuevos ni para mantener los que hay, porque bajar el nivel no es el camino, no es la razón, no ha de ser el espacio para la satisfacción ni para la gente honesta. El convencimiento de que la literatura sirve para algo va cuesta abajo, la labor de los que detentan ciertos poderes es clara -como en las mejores novelas negras, se desacredita, y así se anula cualquier mensaje-, la pasividad de los que escriben ficción, su conformismo, su mano en el bolsillo para que no se les pierdan la cartera y la tarjeta de crédito me parece deleznable. Cuando en las colecciones de novela negra aparece un gran autor con un gran libro y, a continuación, siete productos que nada aportan y no son más que creaciones autocensuradas para que el sistema editorial las acepte, cuando se nos vende que los ocho son buenos, maravillosos escritores, uno se cabrea, se siente decepcionado. De nuevo, gato por liebre. Ahora que, por fin, se empieza a respetar a nuestro querido género, otra vez ganan los mercaderes y no se arriesga, no se apuesta, se busca la repetición, la fórmula del éxito/venta y se dejan de lado las verdaderas obras innovadoras, profundas y sugerentes. Nicolas Freeling está olvidado en España. Eso me mueve al enfado, a este enfado. No se le reedita, no se le menciona, no se le recuerda, no se le pone en el lugar que conquistó con una buena prosa, con personajes bien dibujados y con páginas en las que no brilla el fulgor del dinero -escaso siempre, casi siempre en la literatura, excepto en el caso de los grandes vencedores, que son ya otra historia- sino la paciencia, el trabajo de elaboración y construcción, el diálogo con los clásicos y con el tiempo absolutamente próximo, la honestidad del que escribe siempre para sí mismo y se exige más que nadie, sin olvidarse por eso de que puede haber otros lectores. "Amor en Ámsterdam" es superior al ochenta o noventa por ciento de lo que hoy, en España, en el género se publica. Tenía que decirlo para que me doliera menos el estómago, para que se me disipara un poco el enfado. Cuando acabas de leer esta novela no te sientes engañado, defraudado, no piensas en meter el libro en el estante y hasta el siglo que viene, hasta otra vida, sino que te sientes agradecido, deseas compartirlo, dejárselo a un amigo, charlar sobre el crimen, la policía, las víctimas y los culpables, sobre el ser humano visto por Freeling: al lado de un ventanal, en una cafetería sin mucho ruido, con alguien que te escucha y vertirá sus opiniones cuando tú te calles. Y es que Nicolas Freeling escribía libros que pueden suscitar diálogos. Ay, diálogos, amigos, en directo y no a través del chat, como mis sobrinos, que en persona no se hablan apenas con sus conocidos pero a través del messenger son capaces de escribirse mil y una frases. Diálogo, a lo que invito siempre que escribo en este espacio gratuito, libre y sincero.


Nota: Perdonad que empiece por la crítica del libro, que es la quinta entrada prevista, pero el tema lo requería, ya que parece que entramos en un período herido y necesitado de respuesta antes de que lo inevitable domine y sea inamovible, con el libro impreso tan maltratado y despreciado. Yo, al menos, quería dejar aquí constancia de mi punto de vista. Gracias, de paso, a todos los que visitáis mi blog y, especialmente, a los que participáis en esos diálogos que se inician con los comentarios que dejáis, que nunca se quedan sin respuesta por mi parte, aunque a veces tarde en contestar y continuar la conversación.

El Cultural y la novela negra


Nuria Azancot les hace unas preguntas muy interesantes -acertadamente seleccionadas y yendo al meollo de la cuestión - a cuatro autores de novela negra españoles en El Cultural de hoy, que se entrega gratuitamente junto con el periódico El Mundo. Es un trabajo que me ha sorprendido muy gratamente, porque se trata a nuestro querido género con el respeto que se merece. Jorge Martínez Reverte -creador de Gálvez-, Andreu Martín -uno de los padres de la novela negra española-, Alicia Giménez Bartlett- la "madre" de Petra Delicado y Fermín Garzón- y Lorenzo Silva -el "padre" de Bevilacqua y Chamorro- dan respuestas bien pensadas, atinadas todas, que demuestran su alto nivel creativo y también como lectores inteligentes de novela negra. Destaco estas palabras de Lorenzo Silva: "Yo he mantenido desde el principio mi convicción de que en la novela negra, como en cualquier clase de novela, la clave está en los personajes. En que tengan empaque y una personalidad distintiva, tanto los principales como los más secundarios. Si la novela negra es una novela social, su valor depende del mosaico de individuos que acierte a recoger. He evolucionado en cuanto al tipo de personajes que muestro, procurando acompasarme a los cambios de la sociedad española, y también en cuanto a la profundidad con que retrato a los protagonistas. Cada vez me interesan más ellos, lo que son y sienten mientras hacen su trabajo." Él mismo dice, casi al final: "El género, bien llevado, permite como pocos otros un análisis de la sociedad en todas sus paradojas y del ser humano en todos sus claroscuros, y una meditación profunda sobre el mal. Y esto, para mí, es pura literatura, y sólo como literatura, además, puede hacerse." Son cuatro páginas, amigos, para leer, recortar y guardar.

Michael Collins: Castrato (4). Amor, lujuria, placer


Después de haber leído un capítulo enteramente dedicado a la conversación entre Fortune y el hermano de Billy, Frank, que me parece de lo mejor que he leído últimamente y sobre el que no me extiendo porque desvelaría detalles muy importantes, fundamentales de la trama, leo unos fragmentos que me gustan mucho, sobre todo uno en que Fortune habla del amor recordando una vez que lo hizo con su compañera, al regreso de un viaje a Nueva York. Nuestro querido detective manco lo narra así: "Siempre me besa en el brazo que me falta. La comprensión, la aceptación. Le toco las largas piernas, su firme delgadez, todo lo que la hacía sentir poco femenina cuando era pequeña. Después los cuerpos se acoplan y ya no hay que preocuparse de nada... Amor y lujuria, necesidad y placer por todas partes, a la luz de una cálida tarde que entra por las ventanas que dan a las montañas. Amor es lo que se siente en torno a la lujuria, la necesidad y el placer, cercano e íntimo como un largo camino. Lujuria y necesidad es el ímpetu en la espalda, en el estómago, en los muslos apretados, en el empujón hacia dentro y arriba y abajo. El contacto de sus labios sobre tu pecho, en tu barriga, en el rígido latido que entra dentro de ella, y tus labios en su pezones, sus labios y otros labios, pies y tobillos, cuello y barriga y oscura humedad. Placer es lo que hay detrás y observa, lo que está cerca y siente, lo que se mueve dentro de ti y no quiere que acabe nunca. Amor es lo que se siente antes y después y durante y lo que hace que no desees nada más." Es una novela negra, amigos, pero por un momento me ha parecido que estaba leyendo unas líneas de "Rayuela", de Julio Cortázar, lo que creo que no es decir poco precisamente. Y es que Collins no me parece un autor más, sino un escritor importante, esencial, uno de los que verdaderamente hacen más grande el género.

(Foto: Robert Frank)

Michael Collins: Castrato (3). Los que padecemos


Poco a poco, Fortune empieza a ver con claridad qué se mueve detrás de la historia, acaba por saber que el amigo de Billy, muerto bajo una roca, era un colaborador de la CIA, que lo estaba protegiendo después de ser parte activa en operaciones en Centroamérica, desestabilizadoras, ocultas, siempre contra los marxistas. La CIA lo estaba protegiendo, le había dado una nueva identidad y devuelto a los Estados Unidos para evitar que lo mataran en su país y también para que hablara y revelase asuntos que tienen que seguir siendo secreto de estado. Más tarde, hablando con el hermano de Billy, apalizado por la CIA para que le diga dónde se oculta su hermano, ya que Billy ha desaparecido de repente, le dice Fortune: "Loco no...Viviendo una fantasía, interpretando un papel. Todos lo hacemos. Un psicótico vive en un mundo de uno. Los demás vivimos en un mundo más o menos real de más gente. Una cuestión de grado. En nuestro mundo ´real´reprimimos en nombre de la libertad, mentimos en nombre de la verdad, hacemos la guerra en nombre de la paz. Cada uno cree lo que quiere creer". Y el hermano le dice: "Siempre habrá guerras, siempre nos pelearemos y nos mataremos. Así que aprendes a hacer lo que puedes sin darle demasiada importancia, sin escandalizarte demasiado o sin ser demasiado purista. Eso es lo que le dije a Billy cuando volví, pero cuando tienes dieciocho años no es lo que quieres oír". Y Billy acaso nunca ha dejado de tener dieciocho años, se ha mezclado con la CIA y anda huido ahora porque no sabe cuál es su lugar en el mundo.

Foto: Robert Frank

John Updike : Terrorista (y 6). Crítica

Hay ocasiones en que sentarse delante de la pantalla y poner las ideas por escrito cuesta y resulta doloroso. Nunca escribo las críticas desde una alta perspectiva, desde una atalaya en que me siento dominador del texto leído y de todos sus personajes y de toda su trama, un pequeño dios juzgador que va a impartir sabiduría. No, no es así. Comento mayormente libros que me han ganado como lector, como persona, como ser humano. Libros a los que sé que les debo algo, con personajes de los que he aprendido, con historias que he vivido desde la tranquilidad espacial de mi sala de lectura y desde la implicación mental y emocional de mi cabeza y de mi espíritu. "Terrorista" es una novela extraña, una obra que quizá pudo ser maestra, pero que desgraciadamente no lo es. Acaso un 95 por ciento de este libro es magistral, incontestable, generador de nuevos escritores y de lectores que vivirán en sus páginas una experiencia humanamente inefable, como sólo el arte mayor puede ofrecer. Pero hay un 5 por ciento de errores, de caídas, de puntos débiles que acercan la novela a la literatura de quiosco, la hecha con prisas y para un público manejable, aturdible y apasionado de unas mentiras que no les importa que carezcan de lógica, de sentido, de sinceridad narrativa.Ya digo que me cuesta escribir esto, pero es que esas partes débiles de la novela están hechas para justificar, para ganar acaso lectores fáciles, para acercar este libro a las listas de los libros más vendidos. Para mí, Updike es uno de los mejores escritores vivos, de los más excelsos, más creativos e indispensables. Pero se equivoca al escribir esta novela del siglo XXI sólo con los materiales más tradicionales del realismo, con los más usados y canónicos, con los imprescindibles también. Porque pone de manifiesto con la escritura de esta novela que -y lo dice un lector realista, un incipiente escritor realista, el que esto suscribe- el realismo no basta, que las maravillas del realismo, las intensidades del realismo no bastan para contar una historia ahora y aquí, o en Nueva York: así, se alternan las secuencias en que vivimos con la mayor intensidad posible lo que se nos cuenta -qué maestro en describir sensaciones, encuentros y desencuentros es Updike- con los vacíos y las ausencias que se detectan al no contársenos otras cosas, al no utilizarse otros procedimientos -el flujo interior de conciencia, el monólogo, el diálogo sin tanta acotación- que pertenecen al realismo también y lo hacen más hondo, más versátil, más real -valga el juego de palabras -pues multiplica las perspectivas, las percepciones y abre caminos que consiguen alejar a la novela realista del anclaje al argumento hiperdefinido y con todos los elementos estérilmente en su sitio, que se vuelven acartonados y mudos como fichas de dominó bien ordenadas pero vueltas del revés. Y por eso creo que, cuando Updike tiene que entrar en un territorio que le es ajeno, se equivoca, peca de soberbio y no se da cuenta de que tras tanta documentación sobre el Islam y sobre las religiones le ha faltado igual dedicación para la necesaria documentación sobre los mecanismos del thriller, los vericuetos de las novelas policiales, y a la hora de rendir cuentas narrativas sobre ciertos asuntos al final de la novela que podría haber despachado con soltura se mete en berenjenales de los que sale enfangado, con la trama colgando de un hilo, y deja al lector con la sensación de hallarse leyendo unas páginas absolutamente imprevistas y gravemente equivocadas al romper el ritmo de la historia, la conjunción de motivos y acciones, la concreción de ideas y de mensajes corporeizados en ciertos personajes. Y hete aquí que este lector updikaniano, este lector español que admira a Updike por encima de casi todos los demás escritores, que nunca dejará de agradecerle al Updike de "Terrorista" la magnífica valentía al poner en solfa las lacras de nuestras actuales sociedades, sus dañinas contradicciones, sus vacíos devoradores, sus desbocados miedos y sus hirientes recelos y su individualismo autista y su incapacidad para abrir verdaderamente los ojos a la realidad real, tiene que concluir diciendo que cierra con dolor esta crítica de una novela en la que se percibe la existencia de todos los mimbres precisos para ser literatura excelsa y se ha quedado en extraño híbrido que da lo mejor y lo peor de una manera de concebir la literatura realista que, me temo, no puede ser la misma después de Joyce, Cortázar, Onetti, Kafka, Faulkner.

La feria del crimen. Nueva narrativa francesa (Edición de José Luis Sánchez-Silva)


Editado por Lengua de Trapo, este libro me sorprende gratamente porque la literatura negra francesa es poco conocida en España, está medio olvidada, aunque en su nómina hay autores tan importantes como Jean-Patrick Manchette o Didier Daeninckx. José Luis Sánchez-Silva es el que ha seleccionado los relatos que integran el libro -dieciocho, escritos entre 1980 y 2006-, el que los ha traducido y el que ha escrito un prólogo valioso, muy bien documentado, de verdadero conocedor y verdadero amante del género. No por bien sabidas viene mal recordar ciertas ideas que la novela negra ha aportado al mundo literario y el papel de algunas figuras -como el detective privado, el policía y el gángster- que han corporeizado esas ideas. Comparto la opinión de que Simenon se atrevió poco con las tramas negras y no se salió de lo políticamente correcto casi nunca. Me congratulo de que se apunte que escritores de la talla de Gide, Malraux, Camus, Sartre y Aragon eran también seguidores y defensores de este tipo de novela, de que se remarquen unas históricas aseveraciones de Manchette -"En la novela criminal, violenta y realista, a la americana (novela negra), el orden del Derecho no es bueno, es transitorio y entra en contradicción consigo mismo. En otras palabras: el Mal domina históricamente. La dominación del Mal es social y política". Me sumo a la reivindicación de Daeninckx - "es un escritor civil en la mejor tradición europea -como Émile Zola o Leonardo Sciascia-" y suscribo esta declaración de intenciones del autor de "Asesinatos archivados" (cuyos comentarios para este blog tengo preparados desde hace un par de meses y espero publicar pronto): "Cuando ves cómo los tipos de tu generación escupen los pulmones por culpa de las bombas de gas venenoso y cómo les cambian sus piernas de bailarines por unas ruedas, cuando te impiden brindar por los viejos tiempos, cuando dos obreros anarquistas, Sacco y Vanzetti, son condenados a la silla eléctrica y los Dillinger y los Capone están en todo lo alto, ¿qué otra cosa puedes hacer que escribir ´Los asesinos´ o ´Cosecha roja´?" Magnífico prólogo, magnífica puerta abierta a un libro que quizá acabe por convertirse en imprescindible.

John Updike: Terrorista (5). Cuando el amor se marcha por la ventana

Recuerdo que, tras una larga etapa alejado de la literatura, leí dos libros que me animaron a regresar a mi mesa, a mi lápiz y mi papel para anotar los nombres de los personajes: "Pastoral americana", de Philip Roth, una obra mayor la mires por donde la mires, y "La versión de Roger", una novela poco conocida de Updike que le recomiendo a todo el mundo. Cuando me acerco al final de "Terrorista" no puedo dejar de acordarme de esa época en que leía en los autobuses, junto a la ventana, la mente abierta a la ficción y cerrada a la rutinaria realidad, a la disminuida realidad en la que nos obligan a vivir. Y se debe a que también en esta novela consigue Updike emocionarme, me provee de nuevas meditaciones e ideas y me hace sentir que estoy viviendo unos momentos inolvidables en mi vida de lector. Acabo de dejar atrás unas págnas en que una pareja se separa, de repente, como si se hubiera producido un corte o un disparo inesperado, que deja víctimas. Narrar una escena romántica -una separación es ineludible en toda historia amorosa, ya sea definitiva o temporal- sin caer en el sentimentalismo ni en el humorismo idiota -a lo que se han aficionado cada vez más escritores, epígonos de Woody Allen-, sin alejar al lector y sin acercarlo demasiado tampoco, es una tarea difícil, apta sólo para maestros, y Updike lo consigue en diez páginas llenas de contenido, de belleza soterrada y de desilusión palpitante. Unas páginas de escritor clásico y al tiempo de escritor rabiosamente actual que hacen que -parecía imposible - aumente mi admiración y mi gratitud por este autor que quizá es el mejor de su generación y uno de los tres o cuatro vivos más grandes de este mundo lleno de asuntos aún por analizar, por narrar, por hacer comprensibles mediante la literatura.

Para Robert Frank, fotógrafo


Realizó un trabajo que nadie que lo vea podrá olvidar: subió a su familia a un viejo coche y paseó con ella por los Estados Unidos mirando, fotografiando, sintiendo desde los dos lados de la cámara y de la mirada, viendo lo que nadie había visto profesionalmente, captando lo que otros rechazaban, positivando lo que para otros eran fallos del medio, de la lente y del obturador. Robert Frank, el fotógrafo al que más he admirado, al que quise parecerme en mis años de fotógrafo de asociación y de exposiciones en Almería, al que presenté a alumnos del Centro Andaluz de la Fotografía en un curso aún como primicia, como autor por descubrir y reivindicar, como maestro secreto de un arte, el fotográfico, aún poco apreciado -aunque empiezan a venderse caras las copias y ya los listos de turno calibran y ensalzan, triste mundo éste del tanto vales tanto eres - y enmarañado con la presencia de tanto "artista que utiliza una cámara". Robert Frank es el fotógrafo de los intersticios, es el fotógrafo más democrático y más sagaz, el que se fija en los desfavorecidos, en los insignificantes, en los que son como tú y como yo: la camarera entristecida de un bar, el viandante, el caído en la calle, el negro de los Estados Unidos de la segregación racial. Qué poco se habla de esto, qué poco se dice que Frank es un autor social, un autor comprometido, un hombre de la calle que respeta y trata con cariño a los que son de la calle. Se le magnifica porque retrató a los americanos, pero se olvida que nadie quería publicar su mítico libro porque no ofrecía una imagen idílica de ellos; se le alaba pero se olvida que un día, en lo más alto, guardó su cámara y no hizo fotos para no repetirse, para no forzarse a sentir, para no ser una máquina detrás de la máquina; se le incluye en los libros de texto, se le dan premios, escriben sobre él los críticos cultos y los adoradores de los desiertos estadounidenses, pero no se tiene en cuenta que es indomeñable, inasible, como sus fotos, que está vivo y nada puede reducirlo, tampoco este texto, ni explicarlo, tampoco este texto, porque se ha colado por una rendija, porque ha hecho seguro una nueva foto que nos aclara la mirada, que es un ejemplo de verdadera libertad en este mundo gris y sometido a la presión de la publicidad, las marcas y los políticos que tienen amo y señor. Robert Frank es un artista libre. Cada palabra que decimos o escribimos sobre él nos lo acerca y nos lleva a salir de nosotros y nuestra reducida visión de las cosas. Robert Frank, con cada foto, nos regaló humanidad y auténtica libertad, auténtica fraternidad, arte que nunca va a caducar. En blanco y negro, sus fotografías son el mundo.


(Para Inma Lucena, que recuerda a Robert Frank, y para Nerea Plata, que espero que lo descubra pronto)

Caso abierto (Cold case)


Por supuesto, cualquier serie ideada para televisión busca tener un público mayoritario y éxito. Pero no todas recurren a lo que está esperando el público más juvenil, el que busca el entretenimiento y ha crecido viendo anuncios de televisión, que discurren rápidos, cegadores y generando muchísimas emociones visuales y poco profundas, poco trascendentes. "Caso abierto" es hija de su tiempo, así que la estética es importantísima pero no resulta cegadora, no elimina el mensaje. Se trata de una serie en la que se abren de nuevo casos del pasado -cómo le habría gustado a mi admiradísimo Ross Macdonald- y se llega al fondo de los hechos hasta dar con el asesino -algo inevitable y que obedece a la lógica agathachristense, pero que se utiliza también para llevarnos ante la cara de la verdad- y desenmascarar todo lo que el tiempo dejó oculto: ya sabemos que el tiempo puede ser un aliado o un enemigo, y en "Caso abierto" es las dos cosas a la vez. Nos emocionan de buena ley y nos cuentan historias bien urdidas, magníficamente mostradas -el primer caso es una novela negra de la mejor calidad- y bien resueltas que invitan a ver de nuevo el episodio y a relacionar mejor todos los elementos que lo integran. Es la serie que prefiero de entre todas las policiales que ahora hay en televisión. Y a ello contribuye sin duda la presencia de Kathryn Morris, rubia de pelo teñido con una mirada profunda, humana, capaz de transmitir como pocas.

POP-UP en este blog NO DESEADA

Me dicen varios amigos que en este blog aparece desde hace varias semanas  una ventana (pop-up)con publicidad. Comoquiera que tengo desactivadas en Opera y Mozilla las ventanas emergentes -son los navegadores que utilizo- no me había dado cuenta. Bien: yo no he autorizado que aparezca esa publicidad, no he activado ninguna cuenta de Ad-Sense y no tengo ni idea de por qué sale en mi blog. Precisamente siempre he defendido que un blog es algo gratuito y que no lo utlizaré jamás para ganar dinero. No sé cómo eliminar la dichosa ventanita y estoy buscando en foros de internet. Os ruego que,  si sabéis cómo hacerlo,  me lo comuniquéis. Pido mil perdones entre tanto. Un saludo, amigos.