Intensa meditación sobre el anarquismo y un anarquista solitario que decide poner en práctica algunas de sus ideas contra el capitalismo matando a científicos que contribuyen al sostenimiento del sistema y a su afianzamiento en nuestro mundo, El camino de Ida es una novela que plantea muchos interrogantes que no busca resolver, ni ideológica ni narrativamente -confiando el éxito de la obra a los latidos de la trama y los deseos y sentimientos de los personajes, a veces mentiras y artículos solo para el entretenimiento y para el vendaje de los verdaderos sentimientos y los verdaderos latidos vitales- , y se postula como novela abierta, como libro necesario y contrapuesto a la voluntad de tantos que apuestan firme y académicamente por el fin de un género que sigue vivo, poderoso en mutaciones y propuestas.
Se vale Piglia de su personaje más querido, Emilio Renzi, y nos lleva con él a una universidad de los Estados Unidos en la que Renzi impartirá un seminario y encontrará a Ida -que da título con su nombre a la novela-, amará a Ida en encuentros secretos y la verá morir inesperadamente, quizá asesinada o víctima colaboradora de un anarquista que se ha retirado de las ciudades y ha fraguado un manifiesto contra el mal de las sociedades capitalistas. Mediante conversaciones en las que la literatura es fundamental, y no un recurso para ennoblecer el texto o para llenarlo de referencias cultas, mediante el estudio de textos y algunas obras clásicas -de Conrad, Kropotkin, Tolstói, entre otros-, Renzi bucea en el sentido de los acontecimientos que le tocan vivir y sufrir y busca fijar en una foto mental algunas imágenes lógicas, intenta crear cuadros de razón y grabados de comprensión, pero Piglia sabe que no hay respuestas definitivas, sino solo esbozos, hilos de los que tirar, apuntes para continuar, y la novela escapa libre y completa del puzle y del entretenimiento para adultos al optar por el vuelo elegante y esquivo, el desanudamiento, el brillo que huye de la mirada facilitadora de ideas como pastillas que tomar con un sorbo de agua. Ida, es un camino de ida, dice Piglia.
Válida como bello objeto -la primera parte, quizá la mitad de la novela está escrita de manera subyugante y tan hermosa como una luz serena y acariciadora posada en una cara o en una mano hermosa-, como gran obra literaria, El camino de Ida es asimismo un material de inigualable valor y utilidad preciosa, como pedían los comprometidos con las causas y los oprimidos, que no se sustenta en ideas de saldo ni dictámenes prefijados, sino en un cuestionamiento sin fisuras que es el mejor medicamento para estos tiempos insanos.