"Solo" : Es un relato en el que se percibe de inmediato que estamos dentro de una obsesión propia del mundo de nuestro autor, al que conocemos por historias anteriores leídas en su interesantísimo blog. Los planos de la realidad y de la fantasía, de la vigilia y del sueño se confunden, se anudan y se vuelven inextricables pese al asombro del protagonista, que no sabe bien dónde está ni quién es. A Sanfeliu siempre le ha preocupado saber qué es la realidad, cuánto hay en ella de verdad y de ficción. Este relato tiene mucho que ver con "La orilla oscura", de José María Merino, una de las mejores novelas españolas de los últimos años. Y la realización de Sanfeliu -que seguramente no está influenciado por la lectura del mencionado libro pero comparte la inquietud -no es ligera, mimética ni simple. No se trata de un juego. Como en "Niebla", de Unamuno, hay desesperación en el personaje creado, hay dolor y hay también furia. El personaje de "Solo" clama, y eso lo distingue de muchos otros -hundidos en las pequeñas miserias de los géneros, en que asistimos en ocasiones a la aceptación de lo anormal como si tal cosa, como la cosa más común- y lo diferencia y lo hace más creíble. En la última frase late un miedo unamuniano, un deseo y un quiero creer -no creo, sino quiero creer -valioso y que redondea muy bien el relato.
"Anónimos": Lo considero un relato de humor, negro, cruel, con un fondo crítico muy claro que evidencia la necedad de una sociedad en la que primen la emoción, el misterio, el éxito al precio que sea. Un hombre normal recibe unos anónimos en los que se le advierte de que pronto le van a matar. Como en algunas películas de Hitchcock -más exacto sería decir en los guiones de algunas de sus películas, pero quede así la cosa-, la primera parte de esta historia discurre por el camino de la locura de un hombre solo, acosado por enemigos invisibles pero absolutamente reales. Está muy bien narradas su extrañeza y su indefensión. Como es de esperar, todo cambia cuando los acosadores anónimos dejan de ser fantasmas y se vuelven muy, muy reales. Late en todo el relato, vibrante y puro, un eco que nos remite a Kafka y ciertas situaciones absurdas que acaban por hacerse dolorosamente ciertas. Sanfeliu añade un elemento de humor que alivia al relato de recorrer un camino realista por el que sin duda habría llegado a despeñarse.
"El campeón de Arequipa": Un homenaje al ajedrez y a los ajedrecistas maravillosamente contado en una primera persona que a ratos se funde con la multitud de observadores de un club de ajedrez sin que haya efectos secundarios, disolviéndose brillantemente en un plural anónimo y admirativo, y logra en la alternancia un juego que acrecienta el interés y dota de un halo de grandeza a lo narrado absolutamente admirable. Es hiperbólico cuanto se dice aquí, y se eleva a categoría de arte, de gran desafío final, el estar parado y pensando ante un tablero lleno de cuadrados blancos y negros que a veces es la representación de la vida misma. He visto detrás de la historia del gran jugador aficionado a Vargas Llosa, al gran Vargas Llosa de los mejores momentos, el que fascina con palabras y es capaz de deleitarnos metiéndonos un rato en un mundo que acaso nunca había despertado antes ninguna pasión en nosotros. Era difícil encajar los datos de los grandes jugadores y de las grandes partidas, pero merced a esa primera persona narradora y mudable el reto se solventa con eficacia y sin tener que recurrir a nada que quede ante nuestros ojos con apariencia de artificio. "El campeón de Arequipa" es quizá el mejor relato del libro, el más redondo y maduro, el mejor ejemplo del buen hacer de este escritor que no es primerizo más que en la aparición de su este libro.
"Renacer": Me gusta este relato breve que no da engañifa, que no es un chascarrillo -algo que otros escritores reconocidos o supuestamente talentudos no ven o no quieren ver y sacan a la luz en sus libros sin ejercer antes una sana autocrítica, sin escuchar acaso consejos cercanos que evitan el error tozudo y ensimismado-, que tiene el tamaño justo porque es una idea, una imagen, una viñeta, entendido esto de la mejor manera. Cuando se ha hablado mucho y escrito mucho sobre un tema, me parece muy honrado aportar un granito de arena de manera modesta, sencilla, con una contribución lozana y feliz como en este "Renacer" con el que Sanfeliu cierra su breve y exquisito libro de relatos.
Estos cuatro relatos y unas ilustraciones inteligentes y directas, cargadas de sentido, del propio autor conforman este volumen absolutamente recomendable inserto en la colección Vagamundos de la editorial granadina Traspiés. Hay detrás un autor plenamente cuajado, vigoroso, dueño de un mundo propio -rareza que en este universo de los libros y del arte se ha convertido, o casi, en especie protegida-, que narra con gran solvencia sustentándose en un estilo claro, armónico y preciso, muy literario; un autor llamado a convertirse en uno de los referentes de nuestra literatura a poco que le acompañe la suerte y tenga el tiempo de cara para darnos más libros como éste y aun mejores que éste. Que nadie se deje engañar porque el libro haya aparecido en una editorial que no está en Madrid y no tiene en su nómina a algunos de los supuestos mejores autores de relatos del momento. Y que nadie se olvide de que algunos de los escritores más celebrados de la actualidad empezaron publicando en editoriales sin grandes presupuestos publicitarios. Miguel Sanfeliu y "Anónimos" nada tienen que envidiarle a nadie. Y han llegado para quedarse.