Son las mejores páginas de este libro. El inspector camina por las calles de una desolada, famélica ciudad que ya no puede más y decide arriesgar la vida para escapar de la muerte por hambre. Presencia el inspector cómo una multitud de hambrientos decide asaltar un almacén donde se guardan alimentos que se le va dando en cuentagotas a la ciudadanía. Cómo el soldado que custodia el lugar se opone primero y cede después, cómo se lanza la muchedumbre al interior del almacén para coger cuanto pueda, cómo mueren en la avalancha varias personas, entre ellas un niño, cómo salen furiosas y locas y dispuestas a matar para defender lo conseguido las personas del almacén, cómo huyen ciegas: todo lo contempla estupefacto y también desfallecido de hambre el inspector.
Son las mejores páginas de esta novela que, como las más destacadas del género negro, albergan mucho más que un caso policial y unas pesquisas con un culpable al fondo en su interior. Sierra i Fabra narra con su estilo ágil, barojiano, dando muchos detalles interesantes y emocionándonos a la manera de un Blasco Ibáñez, sin omitir detalles dolorosos pero necesarios para comprender y ver claramente el tapiz plantado ante los ojos de unos lectores a los que les resulta lejana la guerra civil española pero nunca debe de resultarles lejanos el dolor, la desesperación humana, el crujido del hambre y de la injusticia. Son páginas valiosas, que confirman que el novelista fiel y riguroso siempre nos permite acercarnos mejor al pasado que el frío historiador que sólo emite datos y fechas y lugares. Son páginas valiosas que no se olvidan fácilmente.