John Updike: Terrorista (4). Anuncios y noticias en televisión


Un personaje afirma que a lo que de verdad le gustaría dedicarse es a hacer anuncios de televisión, para decirle a la gente lo que tiene que hacer, lo que ha de pensar. Y añade: "Las noticias son para lloricas. Fíjate en Diane Sawyer, la que sale en la ABC, que si pobres niños afganos, ay, ay, ay. Y si no, pura propaganda. Bush se queja de que Putin se está convirtiendo en un nuevo Stalin, pero nosotros somos peores de lo que el viejo Kremlim jamás fue, ni en su mejores tiempos. Los comunistas sólo querían lavarte el cerebro. Los nuevos poderes fácticos, las corporaciones internacionales, directamente quieren quitártelo. Quieren volvernos máquinas consumistas: la sociedad del gallinero. Todo el entretenimiento, campeón, es basura, la misma basura que tuvo a las masas como zombis durante la Gran Depresión, sólo que entonces te ponías a la cola y pagabas un cuarto de dólar por ver un peli, mientras que hoy te la dan gratis, porque los anunciantes pagan millones por minuto por tener la oportunidad de meterse en nuestras cabezas." John Updike vierte muchos mensajes en esta novela y lo hace de la forma más inteligente, recordándonos varias cosas muy destacables: el valor de la novela, su vigencia, su razón de ser jamás desaparecerá mientras se muestren los sucesos, los pensamientos, los modos de vida de esta forma, respetando la pluralidad, actuando el novelista mediante el punto de vista, olvidándose de plasmar sólo un lado, sólo una cara, eludiendo el maniqueísmo; para hablar de nuestro tiempo es preciso ser atrevido, hacer síntesis, no estar pendiente de subvenciones ni prebendas, no responder más que ante la propia conciencia creadora, que es auténtica, que da frutos imprescindibles y sin fecha de caducidad cuando afronta los problemas de una época y no se guarda nada en el tintero, se apresta a señalar los errores, excesos y mentiras que nos hacen menos humanos, menos personas, menos reales ante los demás y ante nosotros mismos.