Harper, investigador privado

Se mantiene el empeño del personaje original, Lew Archer, creado por Ross Macdonald: quiere llegar hasta el final en cada caso, sin importarle el peligro, cuánto le van a pagar ni qué puede encontrarse al terminar su investigación. Hay una búsqueda de la verdad, caiga quien caiga y pese a quien pese, porque a Lew nada puede compensarle - ni el dinero -atravesar por momentos duros y dolorosos, empezar y acabar solo una andadura en que conoce a personas con las que no volverá a tener trato, salvo llegar a ese punto en que las mentiras dejan caer sus velos y puedes enfrentarte al rostro de la mentira, a las motivaciones que llevan a matar, chantajear, tratar a tus semejantes como a animales. En esta historia, la idea de un secuestro parte de una pareja de enamorados que no tienen dinero y quieren reunirlo pronto y fácil y concluye con un asesinato por amor, el que comete un hombre que no sabe si mata sólo por un beso. Dinero - como el que buscan el creador de una falsa secta que en realidad es una tapadera tras la cual hay un negocio de tráfico de trabajadores mexicanos por el que les cobran a los trabajadores para traerlos de sus país y a los patronos en Estados Unidos por traérselos - , amor y muerte. Pasiones. Y en medio la razón, el frío convencimiento de un hombre que anhela tan sólo saber qué mueve a amar o matar. Siempre he preferido esta película y la otra historia de Archer/Harper - Newman inpuso el cambio de la letra: Archer significa arquero en inglés y no debía de gustarle: acaso no sabía que ese era el apellido del socio de Spade en El halcón maltés: le faltó un poco de sensiblidad negra-, "Con el agua al cuello", a las clásicas de Marlowe. Archer es más creíble y más próximo, menos aventurero y menos romántico - en el sentido clásico - que Marlowe: también más profesional, menos seguro de sí mismo y más antihéroe. Los temas que tocaba Macdonald también eran más profundos, su indagación en el alma humana más incisiva, y en la soledad de Archer se refleja buena parte de la soledad del hombre contemporáneo, que se relaciona con sus semejantes buscando su lugar en el mundo, su verdad más profunda, pero nunca la encuentra.