P. D. James: La sala del crimen ( 2)

Hay momentos, cuando estás leyendo, en que el autor parece pasarte una mano por la cara y te despierta. Me ha ocurrido en un momento en que la secretaria y amante de un psiquiatra confiesa que se sentía más lejos de él cuando acababan de hacer el amor - esas tardes de labios cerrados elegidas por el psiquiatra para comer, hacer el amor, dormir - que tomando sus dictados en la consulta. La mujer le ama, incluso ahora que él ya no está con ella, de eso no tiene ninguna duda. Le ha amado durante mucho tiempo. Ha querido darle todo lo que podía darle. Pero ese algo inefable e inasible que los separaba le ha dejado una herida que intenta cicatrizar hablando, haciéndola palabras: dichas a un comisario en una investigación, sin que la presionen, sin que la fuercen a hablar ni a revelar su oculta relación con el psiquiatra.